CRíTICA cine
«Historias de la edad de oro» Pudo pasar en Rumanía
Mikel INSAUSTI
Desde que la modalidad conoció su auge en los 60 y 70 dentro del cine italiano siempre se le ha achacado el peligro de descompensación interna, y raro es el caso en que una producción de este tipo no haya sido calificada de irregular. Lo que da un sentido unitario a esta variante rumana es que los cinco capítulos han sido escritos por Cristian Mungiu, tratándose en todos ellos de la ilustración de anécdotas representativas de lo que era la vida en su país en los 80. Son leyendas urbanas asociadas al régimen de Ceaucescu, y en las que prima un tono narrativo costumbrista. Es un humor muy de la Europa del Este, heredero del que hacía el maestro checo Jiri Menzel, pero con toques actualizados a lo Kusturica.
No obstante, «Historias de la edad de oro» también tiene su parte de comedia mediterránea, no exenta de conexiones berlanguianas. Éstas son muy apreciables en el tramo de la visita oficial, descrita con un aire localista equiparable al de «Bienvenido, Mister Marshall».
La intención de caricatura política queda más de manifiesto en el dedicado al fotógrafo del partido, que debe retocar una instantánea en la que Ceaucescu saluda a Giscard D'Estaign, para que no se note demasiado la diferencia de estatura, pudiendo ser interpretada como un signo de sumisión. Lo tragicómico predomina en el del transportista de gallinas y en el de la matanza clandestina del cerdo dentro de un piso, mientras que el único que dirige personalmente Cristian Mungiu es el más surrealista de todos, por su forma absurda de recrear la picaresca forzada por la necesidad que lleva a traficar con el aire contaminado y su embotellado supuestamente preventivo.
Título original: `Amintiri din epoca de aur'.
Dirección: Cristian Mungiu, Hanno Höfer, Razvan Marculescu, Ioana Uricaru y Constantin Popescu.
Guión: Cristian Mungiu.
País: Rumanía, 2009.
Duración: 155'.