Operación militar sobre el noroeste de Siria en otro viernes de represión
El Ejército sirio lanzó una operación sobre la ciudad de Jisr Al-Shugur, en el noroeste del país, y sobre las localidades a su paso, utilizando tanques, helicópteros y unidades de élite. Al menos 3.000 personas han huido ya de la zona a Turquía ante el temor a esta operación de gran envergadura. La demanda de que Bashar al Assad abandone el poder se extendió en otro viernes de protestas, que fueron reprimidas dejando más de una veintena de muertos.
GARA |
Con soldados, tanques y helicópteros, el Ejército sirio lanzó ayer una operación en la zona de Jisr Al-Shughur, ciudad escenario de enfrentamientos en los últimos días. La televisión siria anunció que unidades del Ejército comenzaron su misión controlando los pueblos vecinos «para detener a los grupos armados» precisando que la operación se llevaba a cabo «a petición de los habitantes».
El Ejército iba llevando a cabo operaciones contra los manifestantes en las ciudades de Sarmanyeh, Sindiane y Ghanyeh, en su avance hacia Jisr al-Shughur. «Apuntan en dirección a Jisr al-Shugur pero la ciudad está casi desierta», indicó otro activista.
La televisión siria anunció la llegada de divisiones del Ejército a la entrada de la ciudad y que «elementos de grupos armados han sido arrestados».
La mayor parte de los casi 50.000 habitantes de esta localidad situada en la provincia de Idleb (300 kilómetros al norte de Damasco), ha huido a lo largo de la semana, y ayer se encontraba desierta por el miedo a la operación militar.
Más muertos
Grupos de oposición denunciaron que ayer murieron al menos 25 manifestantes en esta región, donde helicópteros del Ejército dispararon sobre la multitud. Al menos 11 de los muertos se produjeron en la localidad de Maaret al-Numan, cerca de Jisr al-Shughur, por disparos sobre una manifestación.
El dirigente del Observatorio sirio de Derechos Humanos, Rami Abdel-Rahman, indicó a France Press que la multitud había rodeado a los policías y «ha cortado las carreteras para impedir que los refuerzos militares se acerquen a los policías cercados», indicó. Aseguró que la multitud consiguió hacerse con el control de un puesto policial y que los helicópteros dispararon sobre este edifico. Según la televisión siria, «grupos terroristas armados atacaron el cuartel general de las fuerzas de seguridad», hechos que recuerdan a los de Jisr Al-Shugur la semana pasada.
Pero la represión no se limitó al noroeste sirio. Decenas de miles de sirios participaron en las manifestaciones convocadas bajo el lema el «Viernes de los Clanes» y en las que las fuerzas de seguridad volvieron a aumentar las cifras de muertos y heridos. Seis personas murieron en Latakia, en el oeste del país, por disparos de la policía. Otros dos manifestantes murieron por disparos realizados desde un vehículo militar en Bosra al-Harir, en la provincia de Deraa. Tres civiles más perdieron la vida en Qabun, suburbio de Damasco, durante manifestaciones nocturnas en las que se quemaron retratos de Bashar al Assad.
En Kurdistán más de 8.000 personas se manifestaron en solidaridad con las ciudades atacadas. Más de 3.000 pidieron la caída del régimen de Al Assad en Qamichli, portando banderas sirias, y coreando lemas en apoyo a Jisr al Shugur. Otras 4.000 se manifestaron en Amuda y más de mil en Ras Al-Ain.
Jisr Al-Shugur lleva varios días aacudida por la violencia de las operaciones del Ejército. El pasado lunes las autoridades sirias dieron cuenta de la muerte de 120 policías por parte de grupos armados en un suceso que aún no se ha aclarado ya que militantes opositores aseguraban que los policías murieron en un motín al negarse a disparar contra los opositores. A la vez, otros testimonios indicaron que algunos grupos opositores habían decidido utilizar las armas. El domingo murieron 35 personas, de ellas ocho policías, en esta localidad y otras cercanas. Huyendo de esta situación, unos 3.000 refugiados sirios han pasado la frontera hacia Turquía. Según la oficina turca del Alto Comisariado para Refugiados de la ONU (ACNUR), sólo entre el jueves y viernes llegaron al sur de Turquía unos 1.570 sirios. Estos se unieron a otros 1.200 refugiados, entre ellos muchos niños, que habían llegado en días y semanas anteriores.
Tanto ACNUR como Turquía temen que la situación empeore. El organismo de la ONU dijo estar listo para ayudar al Gobierno turco, cuyo primer ministro , Recep Tayyip Erdogan, dijo que ayer y hoy resultarían días críticos. Los refugiados son recogidos en tiendas de campaña en tres ciudades de la provincia de Hatay. Sesenta de ellos han sido hospitalizados.
El campamento construido por la Media Luna Roja turca para los refugiados sirios en la ciudad fronteriza de Yayladagi, donde se encuentra la mayoría. ya estaba lleno el jueves, por lo que se comenzó a preparar la construcción de otros dos, en Altinozu y Boynuyogun, para 4.000 y 5.000 personas respectivamente.
Zona de contención
Fuentes del Ministerio de Exteriores turco indicaron al diario «Hurriyet» que las autoridades están considerando incluso el establecimiento de una zona de contención cerca de la frontera para el caso de que cientos de miles de sirios quieran entrar en Turquía.
Los testimonios de estos refugiados dieron cuenta de la violencia de la actuación militar en describiendo «un baño de sangre». Uno de ellos, atendido en una clínica turca, declaró que el Ejército disparó desde helicópteros contra decenas de miles de personas que asistían a un funeral. Un hombre de 32 años afirmó que también francotiradores dispararon contra los manifestantes.
Un sanitario de la Media Luna Roja siria, alcanzado por una bala en la espalda cuando atendía a un herido, relató desde el hospital turco que vio a cientos de heridos, así como «decenas de muertos, puede que cien». Además, indicó que algunos impactos eran de balas explosivas.
Sin embargo, no pudo aclarar el alcance de la intervención militar. «Mi trabajo era recoger un máximo de heridos y ponerlos en la ambulancia, no tenía tiempo de observar lo que pasaba alrededor», afirmó. Pero sí dio testimonio de las torturas al constatar que muchos manifestantes presentaban el cuerpo de color violeta, cubierto de hematomas tras haber pasado sólo unas horas detenidos. «Estábamos en el funeral de Bassel al Masri, un mártir asesinado en una protesta. Después del acto fúnebre, nos reunimos cerca de un parque público. Ninguno de nosotros íbamos armados. Agentes de la Inteligencia militar abrieron fuego contra nosotros desde el tejado de uno de sus edificios y de la oficina de correos», contó Ahmad Abdellatif, de 27 años, que tiene tres balas alojadas en su cuerpo.
A la vez que abre sus puertas a los refugiados sirios, Turquía ha endurecido el tono hacia su vecino. El primer ministro turco, que habitualmente se presenta como amigo del presidente sirio, Bashar al-Assad, acusó al Gobierno de Damasco de haber cometido «atrocidades». .
Por su lado, el presidente turco, Abdullah Gül, indicó que las autoridades civiles y militares se preparan para «el peor escenario» porque, «desgraciadamente, está claro que las cosas no evolucionan en la buena dirección», afirmó.
La Cruz Roja pide acceso
El presidente del Comité Internacional de la Cruz, Roja Jakob Kellenberger, demandó a Damasco el acceso a inmediato a las zonas afectadas por la violencia. Precisó que ha solicitado varias veces autorización para que su personal pueda aportar asistencia humanitaria, pero lamentó que «no se nos ha concedido acceso efectivo a las personas necesitadas».
En su visita a las ciudades de Daraa, Tartous y Homs, «resultó difícil obtener un panorama completo de la situación sobre el terreno y de la magnitud de las necesidades humanitarias», añadió.
El primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, calificó de «bárbara» la represión ejercida por las fuerzas del presidente sirio, Bashar al Assad, contra la población, en especial la perpetrada por las fuerzas de élite dirigidas por el hermano del dirigente, Maher, que directamente tachó de «inhumanas».
El secretario de Defensa de EEUU, Robert Gates, denunció la masacre de vidas inocentes cometida por el Gobierno sirio y añadió que «todo el mundo debe plantearse si Assad tiene legitimidad para gobernar su propio país después de este tipo de masacres», aunque EEUU sigue sin plantear abiertamente su salida.
Cientos de personas se manifestaron en las calles de Bagdad y otras ciudades iraquíes para criticar el fracaso del Gobierno después de que hayan pasado los 100 días de plazo que se había dado para probar su eficacia, sobre todo en materia social.
El secretario de Defensa estadounidense, Robert Gates, criticó ayer la falta de voluntad política y de aportación militar de algunos aliados europeos a la misión militar en Libia, y advirtió de que pueden comprometer así la operación. Lamentó que «menos de la mitad» de los países de la OTAN contribuyen con medios a la misión y «menos de un tercio» a las operaciones de ataque contra objetivos del régimen de Muamar al-Gadafi.
En su último discurso público como secretario de Defensa en una conferencia organizada por el centro de estudios Agenda de Seguridad y Defensa (SDA), en Bruselas, Gates elogió que aliados como Dinamarca, Bélgica, Canadá y Noruega han sido «grandes contribuyentes a las misiones de ataque» en Libia y criticó a los países -sin citarlos- que rechazan participar «en toda la misión», incluidos los bombardeos.
«Demasiados aliados han rechazado cambiar sus prioridades» para sostener esta misión en una región «vital» para los europeos cuando no implica «tropas sobre el terreno» y cuenta con «un respaldo político generalizado» en el ámbito internacional, añadió.
Fue especialmente duro con quienes «se benefician de ser miembros de la OTAN a través de garantías de seguridad o asignaciones de cuarteles, pero no quieren compartir los riesgos y los costes», una situación real y no «hipotética» que consideró «inaceptable».
Sobre el terreno, AFP informó de un nuevo ataque de las tropas leales a Gadafi contra Misrata, donde una veintena de personas murió a causa de los bombardeos. Además, los gadafistas cercaron la ciudad de Zlitan. GARA
Especialistas estadounidenses de Inteligencia afirmaron, analizando diversas fotografías, que el atentado contra el presidente yemení, Ali Abdallah Saleh, fue un intento de magnicidio organizado probablemente desde el interior del régimen. El mandatario resultó herido el pasado viernes en un ataque contra la mezquita del complejo presidencia, en Sana'a, durante el rezo. y convalece en Riad, capital saudí.
«Al mirar de muy cerca esas imágenes pudimos establecer que se trata de un artefacto explosivo y no de munición militar», declaró Scott Steward, vicepresidente encargado de la información táctica en la firma Stratfor.
Stratfor identificó un pequeño agujero en la estructura de albañilería, que podría haber sido el emplazamiento donde se colocó la bomba. Los expertos deducen que el artefacto fue llevado por una persona que conocía el lugar y que estaba al tanto de los hábitos de Saleh.
Señalaron que las fotografías muestran que los ladrillos del edificio y los marcos de las ventanas fueron empujados hacia fuera y no hacia dentro y también que el aspecto de los escombros hace pensar en un explosivo de tipo militar que podría ser trinitrotolueno (TNT) o Semtex.
Estas evidencias, concluyó Stewart, «nos indican que probablemente se trata de una acción organizada desde el interior».
Mientras, Saleh se repone y decenas de miles de adversarios y partidarios al régimen se manifestaron ayer en Sana'a y otras ciudades. Unos 100.000 opositores marcharon en la capital, antes de tomar parte en el funeral de 40 seguidores del líder tribal Sadek Al-Ahmar, para pedir la dimisión de Saleh y el traspaso del poder a su vicepresidente, Abdo Rabbo Mansur Hadi, que asumió la Presidencia el sábado.
Miles de simpatizantes del Saleh hicieron lo propio en otro punto de la capital para denunciar el atentado, reiterarle su apoyo, así como pedir su regreso. GARA