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ELA cumple cien años de entrega y lucha en defensa de los trabajadores vascos

Desde 1911 hasta 2011, la central sindical ELA ha recorrido un largo camino. En la actualidad cuenta con una representatividad por encima del 35% en Hego Euskal Herria. Hoy conmemora en Bilbo su centenario.

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Juanjo BASTERRA

Cien largos e intensos años. ELA cumple un siglo. Un cumpleaños en el que las condiciones laborales han retrocedido «por la ofensiva que han desatado los diferentes gobiernos guiados por el poder económico, aprovechándose de la crisis económica existente, que no la han provocado los trabajadores». En este plazo se han producido muchos acotecimientos y situaciones políticas, sociales, económicas y laborales. Muchas de las primeras reivindicaciones de los inicios de ELA son todavía materia de primer orden entre las organizaciones sindicales, salvando el contexto, como la demanda de la igualdad salarial entre hombres y mujeres, y la reducción de la jornada laboral.

La central sindical más representativa de Hego Euskal Herria destaca la labor de los militantes, porque -como indica su actual secretario general, Adolfo Muñoz, Txiki- son «más necesarios que nunca». ELA cuenta con 110.000 afiliados y una representatividad del 35,53% en Hego Euskal Herria, según el último periodo electoral cerrado, pero ya en 1936 el Sindicato de Trabajadores Vascos (STV), contaba con 52.000 afiliados, «lo que puso fin a la hegemonía que hasta ese momento tenía UGT, con 43.000 afiliados vascos», según el informe «De Solidaridad de Obreros Vascos a Euskal Langileen Alkartasuna 1911-2001», elaborado por Martín Aurrekoetxea y publicado por el Instituto Manu Robles-Arangiz.

ELA nacía el 23 de julio de 1911, domingo. Entonces, 178 trabajadores aprobaron el reglamento y fundaron Solidaridad de Obreros Vascos (SOV). Fue en el tercer piso del número 17 de la calle Correo del Casco Viejo de Bilbo. De forma previa, como reconoce el trabajo de Aurrekoetxea, «se había puesto en marcha un grupo de trabajo impulsado por la Comisión de Acción Social del Partido Nacionalista Vasco, que había sido fundado en 1895 por Sabino Arana Goiri». En los primeros años adquirió relevancia la dedicación «al socorro y ayuda mutua entre afiliados, a través de distintas vías: comedores para los parados, subsidios especiales, atención médica, escolarización y, entre otras, cooperativas de consumo».

El 30 de diciembre de 1912 se fundó en Soraluze la primera agrupación guipuzcoana de SOV, a la que siguieron en 1913 Eibar, Antzuola y Bergara. En 1914 se desarrolló la Federación de las Agrupaciones de Obreros Vascos a nivel reglamentario, lo que constituyó el paso más importante para la conformación de una central sindical. Otro dato central para la historia de ELA se encuentra en que en 1916 se acordó en las asambleas de las agrupaciones federadas de Bizkaia el desarrollo del «socorro de paro forzoso: una caja de resistencia concebida como soporte de reivindicaciones sindicales».

La primera protesta sindical importante se llevó adelante con UGT en «una acción puntual en 1916. Serían conflictos que desembocaron en sendas huelgas: una breve, en Altos Hornos, y otra más larga, en los talleres del «Diario Euzkadi»».

Caja de ahorros obrera

El primer congreso de SOV se celebró en 1929 en plena dictadura de Primo de Rivera. Contaba con 6.200 miembros en Bizkaia y 1.500 en Gipuzkoa. La implantación en Nafarroa no llegó hasta 1932 en Iruñea, Aoiz, Tafalla y Lizarra. En Araba se consolidó un año antes, en 1931, con la creación de agrupaciones en Gasteiz, Laudio, Agurain, Amurrio, Kanpezu, Araia, Pobes y Aramaio.

Eibar fue el escenario del primer congreso entre el 12 y el 13 de octubre. Se organizó el sindicato por federaciones de industria, y se abandonó, de forma paulatina, la estructura profesional con la que había nacido en 1911.

En ese congreso se reivindicó la igualdad salarial entre hombres y mujeres. Hoy, ochenta y dos años después, sigue sin conseguirse. También se pidió el cese de la represión penitenciaria de la dictadura de Primo de Rivera y se extendió la afiliación a los obreros del mar, «tostartekos», y a los del campo. Destacó también que se acordó, en la línea del funcionamiento cooperativo, la constitución de una Caja de Ahorros Obrera.

El segundo congreso se celebró en Gasteiz el 29 y 30 de abril y Primero de Mayo de 1933, tras un periodo convulso a nivel política con la República, la crisis económica y la industrialización creciente. Según Martín Aurrekoetxea, es cuando «se formula la expresión clave de lo que hoy llamamos marco vasco de relaciones laborales». Así proclama que «Solidaridad de Trabajadores Vascos, por cuantos medios están a su alcance, tratará de conseguir que las corporaciones del país sean las que, libremente y asesorados por los organismos profesionales competentes, regulen la vida social del mismo, gozando para ello de la facultad de dictar y ejecitar las leyes sociales, organizar su inspección y cuanto concierne a la vida sindical vasca». En este congreso se aupó a la presidencia a Manu Robles-Arangiz, una figura emblemática en el seno de ELA.

La central sindical hizo una defensa sólida de la Segunda República «tras la sublevación militar de los fascistas en 1936 contra la legitimidad democrática republicana» y, de hecho, STV formó el Batallón San Andrés. El 2 de agosto, explica esta recopilación de la historia de ELA, STV y PNV se sumaron al movimiento de defensa de la República «porque somos enemigos de la guerra, de la violencia, del fascismo, de la dictadura y de los pronunciamientos militares».

En 1939, tras el «triunfo militar fascista y la represión», los bienes de STV fueron confiscados. «En Euskal Herria comenzó una dura represión que, además del desprecio sistemático a los derechos humanos y de las reglas más elementales de la democracia, mantendría el intento de eliminar todo vestigio político y cultural que pudiera tener una connotación de identidad vasca». ELA destaca el discurso de José María Areilza, como primer alcalde franquista de Bilbo en 1939 y que en 1976 fue ministro español de Asuntos Exteriores. «Ha triunfado la España una, grande y libre; es decir, la España de la Falange Tradicionalista. Ha caído vencida, aniquilada para siempre, esa horrible pesadilla siniestra y atroz que se llamaba Euzkadi. Vizcaya es otra vez un trozo de España por pura y simple conquista militar», dijo.

ELA participó en Londres en la fundación de la Federación Sindical Mundial (FSM) en 1945 y en 1949 en la CIOSL (Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales Libres», y desde 1933 en la CISC, luego CMT.

En la época franquista la actividad sindical y la política tuvieron un protagonismo y recuerda el nacimiento de ETA en 1959.

En 1974-75 el grupo de STV «más sindicalista, escindido del Movimiento Socialista de Euskadi (MSE), liderado por Alfonso Etxebarria, celebró una asamblea en la que se decidió que únicamente trabajadores asalariados podrían estar en los órganos de dirección. Era un paso más para garantizar el carácter netamente sindical de STV-ELA «donde se buscó la confluencia con el comité directivo de Biarritz». En ese periodo de represión franquista, «se intensificaron las luchas obreras en Michelin, la matanza de trabajadores el Tres de Marzo en Gasteiz, y otras actuaciones».

El renacer de ELA en Euba

En 1976, ELA celebró el tercer congreso en Euba (Zornotza) y Eibar. Se fijaron las claves de actuación que se mantienen hoy en día, como reconoce el actual secretario general Txiki Muñoz. «Un sindicato vasco abierto a todos los trabajadores. De carácter nacional y de clase». En 1977, fue legalizado. Un año más tarde se aprobó el reglamento de la Caja de Resistencia, un elemento característico.

En 1978 se celebraron las primeras elecciones sindicales y ELA quedó en tercera posición con 2.100 representantes en Hego Euskal Herria. Hoy cuenta con más de 9.258 delegados y ocupa la primera posición.

El cuarto congreso se celebró en Gasteiz entre los días 22 y 23 de junio. Manu Robles-Arangiz se mantuvo como presidente, hasta que falleció en 1982, y vicepresidente José Miguel Leunda. El secretario general fue Alfonso Etxebarria. En esta época destaca la conmemoración conjunta del Primero de Mayo en las cuatro capitales de Hego Euskal Herria con UGT, CCOO, LAB, USO, CSUT y SU.

La reconversión industrial llevó a ELA a un papel activo. En 1989 firmó un acuerdo sobre Negociación Colectiva con UGT y CCOO. Y en 1993 se inició la unidad de acción con LAB, que tuvo altibajos. Así el 19 de febrero de 1994 se celebró en Bilbo una manifestación en demanda del Marco Vasco de Relaciones Laborales (MVRL). En octubre de 1997 realizó un acto «Por el autogobierno que queremos», donde proclamó que «el Estatuto de Gernika ha muerto». Más tarde vendrían los acuerdos por las 35 horas en la Administración vasca o el acuerdo de Lizarra Garazi. Desde 2008 se volvió a recomponer la mayoría sindical vasca con un papel protagonista frente a los recortes.

De Luis de Jaurigibeitia a Adolfo Muñoz

En estos cien años, ELA ha celebrado doce congresos. El último, en 2008, supuso el cambio en la secretaría general. José Elorrieta dejó paso a Adolfo Muñoz, Txiki. Elorrieta accedió a la secretaria general el 21 de noviembre de 1988, tras la celebración de una Comisión Ejecutiva que dejó fuera a Alfonso Etxebarria, que accedió en 1976 a la secretaría, mientras que Manu Robles Arangiz ocupó la presidencia de la central sindical y el vicepresidente fue José Miguel Leunda, que durante bastante tiempo accedió a la presidencia, una vez que en 1982 falleciera el histórico Manu Robles Arangiz.

En julio de 1911, como presidente de la junta directiva fue elegido Luis de Jaurigibeitia. En el segundo congreso, que se celebró en Gasteiz, fue nombrado presidente Manu Robles-Arangiz y se acordó la afiliación del sindicato a la Confederación Internacional de Sindicatos Cristianos. Jugó un papel muy destacado a nivel internacional en la dictadura franquista y ocupó ese cargo hasta su muerte.

Txiki Muñoz se encuentra al frente del sindicato en este momento y tomó las riendas al inicio de la crisis, ya que hace dos congresos desapareció la figura del presidente. J. BASTERRA

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