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CRÍTICA literatura / ensayo

«Laberinto veneciano» En la Serenísima

 

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Iñaki URDANIBIA

Decía el bueno de José Bergamín que si uno se preocupara únicamente por hallar la salida, dejaría de conocer el propio laberinto. En la presente ocasión, de la mano de una verdadera flaneûse, no querremos salir del «laberinto veneciano» pues todo el avance es puro gozo, un descubrimiento permanente, una llamada de atención sobre distintos recovecos que a veces pasan inadvertidos al paseante despistado.

No cunde la impaciencia, ni la desesperanza en busca de un camino, el verdadero y privilegiado, pues aquí todos los caminos llevan a ninguna parte, que es como decir que conducen a la omnipresente belleza de una ciudad de la que disfrutamos de sus edificios, sus monumentos, puentes y esculturas, y los sentidos se erizan ante los olores y hasta los sabores.

Siempre con guías de excepción como la escritora venezolana Marina Gasparini Lagrange (Caracas, 1955), afincada desde hace once años en la ciudad italiana, que se muestra ducha en el conocimiento de tal urbe. Con ella veremos las pinturas que lucen colgadas en majestuosos museos e iglesias, y hasta escuchamos a los ilustres visitantes y cantores de tal ciudad, como María Zambrano, Joseph Brodsky o Marcel Proust.

La escritora se sitúa en un nivel donde lo aparentemente insignificante estalla en su enorme significación; nos hace detenernos ante detalles que cobran destacada relevancia hasta la plenitud, consiguiendo que lo que parece un complaciente paseo estético se vaya viendo acompañado por uno ético.
 
Invaden las páginas sobrias y sagaces reflexiones sobre la pérdida, el abandono, el olvido y la memoria, y la huella que todo esto deja en la persona que observa, modificándola hasta el punto que el lector se siente tentado a dar por absolutamente bueno aquello que dijese el otro de que somos lo que vemos.

Quien visite la ciudad se sentirá tocado, al igual que la escritora, que lo reconoce con absoluta sinceridad. Es un viaje al fondo de la ciudad de los canales, al alma de sus plazas, de sus puentes, de su todo, lo que hace que el viaje adquiera una doble vertiente: exterior e interior, siendo el primero lo que provoca al segundo, empujándolo a sintonizar con el apacible pulso de esa ciudad plena de arte, de literatura. Un viaje que nos mantendrá absortos y envidiosos «volis nolis» ante el placer que allá toma cuerpo y que nos es narrado con una envolvente sensibilidad.

Si a Venecia, la Serenísima, no le han faltado quienes la canten, los que la filmen, la pinten, o quienes la escriban (además de los nombrados, ahí están los Casanova, Dickens, Goethe, Henry James, Montaigne, Rushkin, Rainer Maria Rilke, Paul Valéry, Venturi , Wlodzimierz Odojewski , Víctor Gómez Pin y un largo etcétera) ahora ha de sumarse a tan brillante nómina el nombre de Marina Gasparini Lagrange, que nos lleva de la mano por las plazas y canales de la ciudad de la laguna, provocándonos una continua admiración ante lo que nos muestra, ante lo que nos descubre.
 
Ficha

Título «Laberinto veneciano».

Autora: Marina Gasparini Lagrange.

Editorial: Candaya, 2011.

Número de páginas: 128.

Precio: 14 euros.

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