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Cambio en los ayuntamientos vascos

Bildu lidera una ola de cambio en los ayuntamientos vascos

El llamamiento a un pacto para cerrarle el paso fracasa de modo rotundo y los abertzales de izquierdas se hacen con decenas de alcaldías, empezando por la de Donostia.

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Txisko FERNÁNDEZ | DONOSTIA

Bildu acaparó los titulares informativos en la noche electoral del 22 de mayo por el gran apoyo popular que recibió en las urnas. Apenas quince días después, las primeras noticias re- levantes de la mañana tenían el mismo protagonista: un representante de la coalición soberanista tomaba la vara de mando en el Ayuntamiento de Donostia. Juan Karlos Izagirre es el primer alcalde abertzale de izquierdas en una capital vasca.

El proyecto compartido por Eusko Alkartasuna, Alternatiba y los independentistas de izquierdas, que obtuvo el respaldo de más de 315.000 votos, asumió ayer la capacidad de gestionar gran parte de las instituciones municipales de Hego Euskal Herria, tanto en las que gobernará -sea en solitario o compartiendo gobierno con Aralar, PNV, NaBai, candidaturas populares e, incluso, con ediles independientes elegidos en listas del PSE, como en el caso de Lanestosa- como en las que participará desde la oposición.

Ayer se puso fin a dos legislaturas marcadas por el apartheid político derivado de la ilegalización de la izquierda abertzale. Y se abrió un nuevo ciclo en el que algunos partidos tendrán que ir cambiando sus discursos si no quieren distanciarse aún más de la realidad. Porque ayer resultaba difícil comprender que los dirigentes de PSE y PP todavía insistieran en reclamar al PNV que se sumara a su propuesta de levantar un pacto anti-Bildu que fracasó estrepitosamente en las urnas.

El partido jeltzale actuó sin aspavientos y sus dirigentes apenas hicieron acto de presencia en los plenos, dejando la palabra a los correspondientes cargos electos.

Actitud contraria es la que mantuvieron PSOE y PP. La presencia de Mariano Rajoy en Gasteiz, además de pretender camuflar el fracaso electoral de su partido en la CAV, vino a constatar que el pacto entre ambos partidos unionistas se mueve en claves que nada tienen que ver con las aspiraciones mayoritarias de la ciudadanía vasca.

El PSE, que había anunciado previamente que apoyaría a los candidatos del PP allí donde hiciera falta, no votó a Javier Maroto porque no era necesario para que el representante del PP accediera a la Alcaldía de la capital alavesa, pero retiró a su propio candidato para evitar una sorpresa que nadie esperaba: que PNV y Bildu dieran sus votos a Patxi Lazcoz.

Más dudas debía tener el PSN sobre lo que podía hacer el resto de fuerzas políticas en el Ayuntamiento de Iruñea, porque a media mañana su secretario de Organización, José Luis Izco, compareció ante la prensa con el único objetivo de tranquilizar a la dirección de UPN al confirmar que sus ediles votarían en blanco «ante la eventualidad de que el voto de Bildu pudiera ser decisivo». En todo caso, para que Juan Moscoso resultara alcalde -con sólo tres concejales- era necesario sumar todos los votos de los siete ediles de NaBai, los tres del propio PSN, los tres de Bildu y el único de I-E.

¿De anti-Bildu a anti-PNV?

La estrategia adoptada por el PNV de votar a sus candidatos en todos los casos -salvo excepciones aisladas aunque muy significativas- y, de forma indirecta, permitir que Bildu logrará algunas alcaldías donde había sido la lista más votada sin alcanzar la mayoría absoluta enervó a los dirigentes del PSE y del PP. Tanto que de algunas de sus declaraciones se desprende que están dispuestos a constituir un frente anti-PNV.

El PP -que, paradójicamente, arrebató la Alcaldía de Elorrio a Bildu para otorgársela al PNV- utilizó el caso de Donostia para afirmar, por boca de Borja Semper, que el partido jeltzale es responsable de que se haya «retrocedido a los años más oscuros de los 80».

El presidente del PP de Gipuzkoa abundó en sus acusaciones al PNV, del que afirmó que «hoy ha levantado un inmenso muro de hormigón entre los donos- tiarras» y ha «escenificado una vez más, de manera clara y evidente, el acuerdo político con Bildu».

El PSE, por su parte, aprovechó lo sucedido en Lasarte-Oria -la Alcaldía pasa a Bildu gracias a un pacto con el PNV y una plataforma local- y Trapagaran -aquí es la formación jeltzale la que le arrebata la vara de mando con los votos de la coalición soberanista- para cargar contra el partido que preside Iñigo Urkullu.

José Antonio Pastor dio por sentado que ambas situaciones responden a «una estrategia premeditada» y denunció un supuesto «pacto vergonzante» entre PNV y Bildu. En rueda de prensa recogida por Europa Press, el portavoz del PSE aseguró que las relaciones con el PNV han quedado «bastante tocadas» y comentó que la posibilidad de que Markel Olano no reciba el apoyo del PSE para la Diputación de Gipuzkoa «es hoy más verdad que nunca».

Más claro habló el secretario general del PSE de Gipuzkoa, Iñaki Arriola, que vivió en persona lo sucedido en el pleno de Lasarte-Oria y, después, compareció en Donostia junto a varios de los ediles de su partido en la capital y la candidata a diputada general, Rafaela Romero.

Comentó que esta actuación «tendrá consecuencias»; la más inmediata, que el PSE presentará y votará a Romero en el pleno de investidura, lo que, de confirmarse, significaría que el PNV dejará de gobernar en este territorio por primera vez.

«Les hemos tendido la mano y no sólo no la han estrechado, sino que nos la han mordido», afirmó en alusión a los dirigentes jeltzales Arriola, quien ve ya a Martin Garitano como nuevo diputado general, «a no ser que Bildu ceda al PNV el cargo, que en este país de locos todo puede ser», especuló.

Arriola obvió que hasta unas horas antes su partido estaba dispuesto a construir un bloque anti-Bildu junto al PNV y el PP, para afirmar que lo ocurrido ayer demuestra la existencia de un «frente nacional» entre fuerzas abertzales.

 
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