Raimundo Fitero
Anonymous
Las crónicas de las tomas de posesión de los municipios forman parte de un clásico informativo, arrimar el ascua a la sardina de cada medio, el relativizar, peor a la vez, y sin quererlo, la toma de conciencia de la realidad: la pérdida de poder de unos, el nuevo mapa político, lo que viene, lo que acaba y cómo se va a manejar toda esta nueva situación. Claro, en todos los clásicos, hay subgéneros, y siempre hay quienes se empeñan en ser protagonistas, aunque sea para fastidiar la imagen general. De todos los colores. Pero hay reincidentes. Punto y aparte.
La caverna sigue en sus trece, ya tienen consigna para sus tertulias. Todos los detalles los aumentan, los amplifican. Que si una pancarta aquí, si una rojigualda desparecida allí, si llamar gudari a un paracaidista del PP, si hablar de terror, de millones de euros gestionados por Bildu, de listas de contribuyentes. Lo previsto. Lo peor la cara de los supuestos dirigentes del PSE. Patéticas sus reacciones. Incapaces para darse cuenta de su suicidio colectivo. El descalabro del zapaterismo es grandioso. Su persistencia en ser más de derechas que los de la derecha es genético. Pero tienen sus panfletarios comunicadores, que insisten en llamar pinza a lo que han hecho algunos electos de IU que han dejado llegar a alcaldes del PP. Si la consigna era que no gobernase la derecha, ¿quién es más de derechas, Bono o Rajoy? Pues eso.
Pero el candidato Rubalcaba no pierde puntada. Él debe tener su momento de gloria, sea la circunstancia que sea, y no le importa contarnos mentiras a través de cargos policiales que hablan de la detención de la estructura dirigente de Anonymous, lo que es una manera de hacer el ridículo globalmente. Detener a tres personas que probablemente hicieran acciones bajo ese paraguas, y calificarlos poco menos que de dirigentes terroristas ha sido la manera de despertar a la bicha. Inmediatamente la web de la Policía Nacional española, atacada, bloqueada. El Inaem, también, aunque aquí, tampoco es acción gloriosa, ya está bloqueado y saqueado por la ineficacia de los propios funcionarios y políticos. Así, que no mientan tanto. Un poco de sensatez, han perdido, pues a su casa.