CRíTICA cine
«Mami blue»
Mikel INSAUSTI
La comedia de carretera acelerada y gamberra no ha muerto, gracias a que el navarro Miguel Ángel Calvo Buttini la resucita, siguiendo la estela en su día dejada por Juanma Bajo Ulloa con “Airbag”. Siempre habrá un tipo de público dispuesto a divertirse con historias rodantes sin fecha de caducidad, mientras queden carreteras por las que perderse, huyendo de una realidad urbana que no invita precisamente al sedentarismo. De lo que escapa la anciana protagonista de “Mami Blue” es de un hijo que la quiere encerrar en un asilo, y como cada Thelma encuentra tarde o temprano a su Louise, esta señora hace causa común con su cuidadora, una joven inmigrante hondureña a la que su hombre está engañando en la distancia. Pero el guión no es tan maniqueo como el que escribió Callie Khouri para Ridley Scott, porque las dos mujeres de generaciones opuestas son presentadas en todo su egoísmo y negatividad, sin pretender hacerlas pasar por heroínas ejemplares, ni nada parecido. Es la convivencia de la escapada la que las hace mejores, a medida que se van liberando, algo que les ocurre también a sus perseguidores más cercanos como un acto reflejo.
Y es que la veterana María Alfonsa Rosso desprende una empatía y una vitalidad arrolladoras, que contagia al resto del reparto, en una actuación que recuerda a las que ha venido prodigando Marivi Bilbao en la última etapa. Su marcha no decae ni un instante hasta llegar al destino final en el Algarve portugués, lo mismo que la de un relato itinerante animado por un reguero de anécdotas, bien ligadas mediante el concurso de secundarios dispuestos a no desperdiciar sus respectivas intervenciones humorísticas. Ahora bien, con quien mejor química tiene la actriz estelar de cuantos curiosos personajes se encuentra en su azaroso recorrido, es con el tudelano viajero que se hace pasar por viejo hippy inglés, papel entrañable que brinda a Txema Blasco una oportunidad de lucimiento aprovechada al máximo, por lo que tiene de radical cambio de registro.