Raimundo Fitero
Ver llover
Lo cuento otra vez: existen canales internacionales que mantienen durante horas de emisión un vídeo en el que se ve una llar, un fuego bajo, quemándose unos troncos que se consumen y al tiempo se reinician y tienen audiencia. Es un poco lo que sucede con ciertos programas y ciertos canales de 24 horas que en ciertos tramos se repiten de manera calcada las noticias, aunque en el exterior existan noticias distribuidas por otros medios en los que ha cambiado de manera sustancial. Ahora mismo las tertulias de la caverna se han quedado clavadas en lo Bildu. Los de ETB, están a punto de entrar en el monotema, pero como no saben por dónde les da el aire, hacen ver que son objetivos. Y lo quieren ser. Pero no les dejan. Solamente hace falta escuchar al que llaman lehendakari, para darse cuenta de que está tocado, a punto de estar hundido. Imagino un bio-pic sobre el actual ocupa de Ajuria Enea, que empieza con el personaje sentado en un banco junto a Rodolfo Ares diciendo: «Me llamo López; Paco López, pero mis amigos me llaman Patxi».
Pero lo que es de tener muy en cuenta es que en La Sexta, en la tarde del domingo, durante cuatro horas mantengan una audiencia cercana al veinticinco por ciento, siguiendo, supuestamente, una carrera de coches de Fórmula 1, que estaba parada por causa de la lluvia. Dos horas parados los coches, con imágenes de paraguas, salones con invitados especiales y rellenos de toda índole. Un ejercicio de retransmisión en directo imborrable para quienes tuvieron que mantener el tipo, hablando de lo que no sabían, improvisando, informando de lo que no existía, con una reiteración de imágenes parecido a lo que puede ser mirar el crepitar de unos troncos de haya.
La publicidad entraba en su ciclo adecuado. La competencia seguía con sus programaciones, solamente se varió la de la propia cadena. Y los resultados de audiencia fueron buenos. Es decir, la gente quiere ver llover. O esperaba que escampara para ver autos de choque. Son detalles para intentar comprender la relación del individuo con el electrodoméstico esencial. La entrega a un objetivo imposible. La sedación por el aburrimiento, a la espera del milagro sobrevenido.
