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«Mis libros están a favor de los humildes e intento que se note»

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Javier Reverte

Escritor

El madrileño Javier Reverte es un viajero sensible a lo que ve y a lo que la historia oculta. Relata el presente e indaga en el pasado. Observa y describe su entorno con severo rigor, pero también deja espacio para la poesía, la narración con ritmo y sonido. «En mares salvajes. Un viaje al Ártico», Reverte narra con detalle su navegación por el paso del noroeste en el Ártico, así como los diversos intentos históricos.

Pablo CABEZA | BILBO

Javier Martínez Reverte (Madrid, 1944), quien firma como Javier Reverte, es un escritor en busca de la aventura, la poesía, la historia y, de paso, del riesgo controlado, aunque en tierras profundas de África, el Amazonas o el Ártico un simple mosquito, un resbalón imprevisto o un aborigen cabreado con los blancos, pueden troncar el presente y el futuro. De hecho, en 2003, en su viaje por el Amazonas, un mosquito le transmitió la malaria. La enfermedad mermó sus fuerzas con la suficiente voracidad como para que el escritor sucumbiera ante un futuro en el que no se veía con fuerzas para seguir viajando y describir lugares escasamente documentados.

«En mares salvajes. Un viaje al Ártico» (Plaza y Janés), su reciente libro, mezcla sus pasos sobre el tibio hielo del presente (magullado por el cambio climático) con la historia de los pioneros que buscaron un paso marítimo que uniera el océano Atlántico con el Pacífico. Fue el caso del británico John Franklin. «Su vida se convirtió en una leyenda. Desaparecer no es lo mismo que morir», apunta Reverte.

¿Los viajes le cambian a uno por dentro?

No todos, pero los buenos sí te cambian un poco la perspectiva del mundo. No van a ser grandes cambios, a no ser que te enamores y dejes a tu mujer e hijos y te vayas a otro lado.

Ha comentado en diferentes ocasiones que lo que más valora es la libertad. ¿Cómo convive ésta con la opresión con la que se habrá topado en multitud de viajes?

Ahora con resignación, porque ya soy mayor. Yo me metí en política, estuve en un partido complicado, el Partido Comunista. Pensaba que tenía que participar en el cambio del mundo. Luego me di cuenta de que éste no tenía demasiado interés en que lo cambiase y me quedé un poco rezagado. Digamos que mi libertad de ahora es una libertad egoísta: procuro conquistar un espacio en el que pueda hacer un poco lo que me dé la gana. Porque sé que soy incapaz de cambiar el mundo de la manera que me gustaría y, a lo mejor, porque el mundo no quiere. No obstante, aunque sea de una manera sutil y no enarbolando una bandera, mis libros están a favor de los humildes e intento que se note.

Los blancos han contaminado demasiados escenarios, aniquilado a indígenas...

Diría que han hecho cosas malas y buenas. Ha sido la etnia dominante, con el consecuente peligro. Los ingleses, por ejemplo, se han considerado los hombres blancos de los hombres blancos. Ese hambre de dominio ha hecho mucho daño. Occidente ha intentado imponer una manera de ser, pero, al mismo tiempo, también ha aportado cosas; por ejemplo, la libertad. Al observar lo que está ocurriendo en el norte de África, me doy cuenta de que ahí hay mucha aportación de Occidente. Cuando veo a esa gente que se abre la camisa y se lee la palabra «freedom», me emociono.

¿Sus viajes le han acercado o alejado de la religión?

En mi vida no ha tenido mucho peso. Estudié en un colegio de curas y me convencieron que era mejor no creer en Dios. Les costó trabajo, porque yo tenía cierto ánimo místico ante la vida, pero me lo quitaron muy bien a hostias, con «h» y físicas. No lo digo en broma y tampoco se trata de ninguna ironía: ver el mundo de los que creían tan firmemente en algo y que luego lo traicionaban tanto, me quitó toda inquietud. Luego, reflexionando, te das cuenta de que Dios es una figura que no te hace falta. A mí, Dios me parece un estorbo, incluso me parece que ha sido algo bastante tétrico.

Usted es muy puntilloso con los detalles. Todo lo describe de manera prolija, siempre llega más allá de lo que el lector espera. Si entra en un salón y suena música, menciona qué suena y lo sitúa. Si hay una banda de música tocando, señala qué cantan. Da incluso la impresión de que le gusta la música.

Me gusta muchísimo. De hecho, tengo un hijo músico [fue parte de El Combo Linga. Álvaro actualmente vive en París y se dedica a la música contemporánea] y mis padres eran muy cantarines. Además, yo toco la guitarra y tuve un grupo musical y compuse algunas canciones. Para mí, la música es parte sustancial de mi vida, sin música no la concibo. Es más, cuando escribo, releo muchos capítulos en voz alta para ver si tienen el sonido que yo busco. Procuro que las frases tengan un sentido íntimamente musical que, aunque no se capte directamente, ni sea una rima poética, posean una cadencia musical.

Hacia el final del libro relata cómo conoce a un gallego en un pueblo recóndito y éste comenta que no quiere volver a Galicia. ¿Ha sentido la tentación de quedarse en algún lugar?

Muchas veces. Pero no en un lugar concreto. Yo me quedaría dando vueltas. Se calcula que en el mundo hay 3.000 ó 4.000 personas -no sé si serán más- que están permanentemente dando la vuelta al mundo, sobre todo en barcos, viviendo de una manera nómada. En Estados Unidos se da mucho que al jubilarse uno se compre una caravana y se vaya a conocer el país, viajando hasta que se muere. Este es un tipo de vida que me gusta, lo que pasa es que la familia y muchos amigos los tengo aquí. Yo, más que en un sitio concreto, me quedaría por ahí.

De África ha dicho que se quedaría con Tanzania, pero también ha mencionado que tiene «mal rollo» con el continente.

Tanzania tiene desierto, playas maravillosas, selvas, planicies de altura, tierras altas, montañas, una fauna impresionante.... Los tanzanos son gente muy simpática. Están muy orgullosos de su lengua, hablan inglés y suajili, que es su idioma. Siempre están dando demostraciones de lo bonita que es su lengua. Te preguntan: «¿No le parece muy bonita mi lengua?». Están muy orgullosos de ella... África fatiga mucho, al menos de la manera que yo viajo, con mochila. Y hay mucha gente que te engaña, porque donde hay hambre no te encuentras, a veces, con bondad.

Nómadas

«Se calcula que hay 3.000 ó 4.000 personas dando la vuelta al mundo, sobre todo en barco, viviendo de una manera nómada. Yo, más que en un sitio concreto, me quedaría por ahí»

EL MUNDO

«Estuve en el Partido Comunista. Pensaba que tenía que participar en el cambio del mundo. Luego me di cuenta de que éste no tenía interés en que lo cambiase y me quedé rezagado»

«En el Amazonas hablo de Lope de Aguirre. Hizo una declaración de guerra casi independentista a Felipe II»

¿A lo largo de los viajes se ha encontrado con viajeros vascos?

Me he encontrado a pocos españoles, aunque últimamente me cruzo con más. Realmente vascos ha sido lo que más he encontrado, después catalanes y, recientemente, algún madrileño. Los madrileños hemos viajado menos, mucho menos que los vascos y los catalanes. Creo que los que más viajan son los vascos. Son gente muy viajera, quizá porque tienen el mar al lado y el barco en la puerta. Además, en proporción, en Euskadi es donde vendo más libros.

En uno de sus libros habla del explorador oñatiarra Lope de Aguirre El Loco, que se rebeló contra la monarquía española.

Sí, en el del viaje por el Amazonas hablo mucho de El Loco Aguirre. Hizo una declaración de guerra casi independentista al rey Felipe II. Era un bárbaro el tío: mató hasta a su hija. Era un loco y El Loco Aguirre le llamaban. Un personaje de cuidado, al que en algún momento dado se le ha exaltado incluso como figura nacionalista diciendo que fue Lope de Aguirre el primero que escribió una carta retando a Felipe II. Sí, eso es verdad, pero no era un reto por un corazón de vascuence, sino que era más bien por un corazón de salvaje, porque retaba todo lo que fuese humano. También he hablado de un explorador al que luego mató el propio Aguirre, pero no recuerdo ahora su nombre. [Posiblemente se refiera a Pedro de Ursua, nacido en Baztan] Era vasco y un tío muy emprendedor. Intentó bajar por segunda vez el Amazonas, después de que lo hiciera Orellana.

Parece extraño que viva en Madrid y no en un pueblo pequeño.

A mí sí me gustaría vivir fuera, pero mi mujer es muy urbana y me tiene un poco atado a la pata de la cama. Madrid no es una ciudad que particularmente me guste: es mi ciudad, es donde nací, pero no me gusta particularmente. Además yo no soy nada nacionalista, yo no me considero español.

Un poco apátrida.

Sí, me considero un bicho del mundo. A mí no me tira nada la patria.

P. C.

DIOS

«Estudié en un colegio de curas y me convencieron que era mejor no creer en Dios. Les costó trabajo, porque tenía cierto ánimo místico ante la vida, pero me lo quitaron a hostias»

VASCOS

«Creo que los que más viajan son los vascos. Son gente muy viajera, quizá porque tienen el mar al lado y el barco en la puerta. Además, en proporción, en Euskadi es donde vendo más libros»

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