Las negociaciones para renovar el convenio en la planta de Mercedes en Gasteiz están en punto muerto. La reunión de ayer no supuso avance alguno. Es más, el comité emitió una nota acusando a la dirección de haber «roto las negociaciones» al mantener ésta que su propuesta inicial «es el requerimiento mínimo para lograr un acuerdo».

El miércoles pasado, el director de la planta alavesa, Emilio Titos, visitó la sede central que la firma automovilística tiene en Stuttgart (Alemania). Tras entrevistarse con el vicepresidente ejecutivo de Mercedes-Benz, Vans Volker Mornhinweg, Titos señaló que para que la fabricación de la nueva furgoneta VS20 sea adjudicada a la planta de Gasteiz se deberán rebajar en un 10% sus costes laborales.

El director de Mercedes-Gasteiz advirtió que el futuro de la planta vasca depende «al cien por ciento» de que se le otorgue el nuevo modelo, cuya producción está prevista para 2014 y al que también opta la fábrica de Ludwigsfelde (Berlín).

Más jornada, flexibilidad...

Dos días después, representantes del comité comparecieron en Gasteiz para asegurar que no aceptarán dichas condiciones. Según expusieron, al 10% de rebaja en los costes la empresa suma en su propuesta un incremento de la jornada de tres días más al año, ampliaciones de la flexibilidad y la movilidad funcional, así como la desvinculación entre el salario y la subida del IPC.

El encuentro de ayer no hizo sino reafirmar las posturas de ambas partes. Los representantes de la plantilla denunciaron que, según la dirección, la única salida al bloqueo «pasa por la adhesión a la propuesta empresarial tal y como está planteada actualmente».

Desde la parte empresarial explicaron a la agencia Efe que las condiciones establecidas por la central de Mercedes son iguales para todas las plantas y para todos los proyectos, por lo que «no son negociables».

Además, anunció que «paraliza» las obras que iban a comenzar este verano para acondicionar la fábrica a la producción de la furgoneta VS20. Las mismas fuentes subrayaron, quizá como forma de presión hacia los trabajadores, que será necesario un mínimo de dos años para acondicionar la planta, por lo que el plazo para poder llegar a un acuerdo con los sindicatos es limitado.