La familia Chillida acusa a Lakua de falta de seriedad en las negociaciones
Los problemas de comunicación con el mediador institucional y la inexistencia de una propuesta seria y rigurosa son algunos de los reproches efectuados ayer por la familia Chillida a la consejería de Cultura detentada por Blanca Urgell. La falta de un acuerdo económico, como adujo ésta, no habría sido, en su opinión, la causa de la ruptura de las negociaciones sobre Chillida Leku. De hecho, los Chillida negaron ayer que quieran gestionar el museo.
Amaia EREÑAGA | GASTEIZ
Para las instituciones, es un museo; para ellos, el legado de su padre. Esa diferencia de matiz es la que los hermanos Ignacio y Luis Chillida, en representación de su amplia familia, intentaron transmitir a la comisión parlamentaria de Cultura y Juventud, donde comparecieron ayer, a petición del PP. A día de hoy, y tras la ruptura el pasado mes de marzo de las negociaciones con el Gobierno de Gasteiz y la Diputación de Gipuzkoa, las posibilidades de que las puertas del caserío de Zabalaga, en Hernani, donde se asienta Chillida-Leku abran de nuevo sus puertas al público no parecen muy factibles a corto plazo debido a las diferencias de criterio existentes entre los herederos y los representantes institucionales.
Justo en el año en el que se cumplía una década de su apertura, el taller y museo adquirido en 1983 por Eduardo Chillida y su mujer, Pilar Belcunze, cerraba sus puertas. Era el 31 de diciembre pasado, con un ERE que afectaba a sus trabajadores y que desembocó en el cierre definitivo de este museo monográfico sobre la obra del escultor y que, desde sus inicios, tuvo carácter privado... y deficitario. Según los datos que dieron, la familia se ha hecho cargo de los más de 2 millones de euros de déficit creados en los diez años. Por contra, Chillida Leku ha tenido una media de 81.000 visitantes anuales.
Por cierto, según dijo ayer Ignacio Chillida, una de las condiciones impuestas por Lakua para llegar a un acuerdo fue que se despidiese a sus trabajadores.
Mediadores y papeles
Fueron unas negociaciones -casi exclusivamente se refirieron al Gobierno de Gasteiz, por cierto; no a la Diputación de Gipuzkoa- que afirmaron recordar con «tristeza y dolor y que nos presenta a todos un futuro sembrado de incógnitas». Ignacio Chillida reconoció ayer que habían tenido «ciertos problemas de comunicación con el actual Gobierno» y, por lo dicho por su hermano Luis, el problema podría estar causado también por el mediador elegido por Lakua y a que «echamos en falta un rigor jurídico y legal, en el cual estas conversaciones hubieran tenido un peso». Papeles que se les pasaban «sin ni siquiera la firma del Gobierno Vasco» o el hecho de que se les dijera que los problemas en el futuro los dirimirían los jueces no gustaron a los Chillida, quienes afirmaron que «no buscamos una compra-venta, lo que queremos es mantener el museo».
Ellos, dijeron, no quieren llevar la gestión del museo, pero sí mantener el derecho al veto en cuestiones como la elección del director artístico. Lo cierto es que en 2007 se comenzaron las primeras negociaciones con la consejería de Cultura, entonces detentada por la peneuvista Miren Azkarate, y en enero de 2009 se acordó ceder el museo por 112 millones a las instituciones vascas; es decir, 64 millones menos de lo que costaría según la valoración de Sotheby's (164 millones las obras y 12 los terrenos). Sin embargo, el cambio de Gobierno, con la entrada del PSOE, y la crisis hicieron que tuvieran que recomenzar, con los resultados actuales.
Garantías y vetos
Ayer había consenso entre los partidos representados en la comisión de Cultura a favor de que se reinicien las negociaciones. La familia se mostró abierta, pero evidentemente con otros mimbres: «Nuestro escenario ideal sería mantener Chillida Leku donde está, empezando desde cero y buscando en el acuerdo las garantías necesarias para proteger la obra de Eduardo Chillida», leyó ayer su hijo Ignacio. Es decir, un acuerdo político amplio que no esté al albur de los cambios de Gobierno y que respete tres supuestos inamovibles para los herederos: la unidad permanente de la colección en los actuales terrenos -dijeron que tenían propuestas de fuera-, el carácter monográfico del museo y que la familia se reservará el veto o voto de calidad en lo que se refiere a la salvaguarda de la obra y la imagen de Chillida.
Este último punto es, según dijeron, el más problemático en las negociaciones, porque, como les recordó la parlamentaria del PSOE Pilar Pérez Fuentes, «el control de los recursos públicos tiene sus limitaciones». Sin embargo, existirían fórmulas jurídicas aplicadas a museos como el madrileño Thyssen. «Vamos a pedir una profesionalidad y un rigor, porque francamente no nos hemos sentido bien tratados», puntualizó Ignacio Chillida.
«Si nuestro legado va a pasar al pueblo vasco, quiero saber en qué condiciones», afirmó Luis Chillida. Lo que la familia plantea es empezar de cero con un acuerdo político amplio, que no dependa de los cambios de Gobierno y que establezca jurídicamente su derecho a velar por la obra de su padre, en la línea de instituciones como el Thyssen- Bornemisza de Madrid.
El Tribunal Vasco de Cuentas Públicas (TVCP) ha estudiado las cuentas del periodo 1996-2009 de la Fundación Museo Marítimo de la Ría de Bilbao y afirma que la viabilidad de esta infraestructura museística no está garantizada a medio plazo, por lo que la ha emplazado a la fundación (es privada, con participación de instituciones vizcainas) a que la dote de los recursos necesarios. GARA