Los ministros de Economía de la zona del euro se reunieron ayer en Bruselas para celebrar una reunión extraordinaria sobre la situación griega y la posibilidad de un segundo rescate. Sobre la mesa, dos propuestas.

Alemania, con el apoyo de Austria, Finlandia y Holanda, insistía en que sólo apoyaría la medida si también participan en ella los bancos privados, aportando entre el 20% y el 30% del importe total, para evitar que todo el coste recaiga sobre los estados.

Por su parte, el Banco Central Europeo (BCE) advirtió de que una reestructuración suave de la deuda helena tendrá más costes que beneficios y reclamó que cualquier participación de los bancos privados sea voluntaria. El Estado español y Bélgica se alinearon con esta tesis.

A la entrada del encuentro, el ministro de Finanzas belga, Didier Reynders, estimó que este segundo rescate podría ascender a unos 80.000 millones de euros, cifra similar a la del primer rescate, hace algo más de un año. De ese montante, unos 25.000 millones serían aportados por los bancos.

La cita finalizó sin acuerdo, ni siquiera hubo comunicado conjunto, tal y como se había previsto inicialmente. Las negociaciones proseguirán en la reunión del Eurogrupo que se celebrará el 20 de junio en Luxemburgo. En caso de que no se logre un compromiso, el nuevo plan de ayuda se discutirá en la cumbre de líderes europeos del 23 y 24 de junio.

Beneficios y pérdidas

El representante alemán, Wolfgang Schäuble, insistió en que el segundo rescate incluya un canje voluntario de los bonos griegos en manos de inversores privados que vencen en los próximos dos años por otros que venzan dentro de siete años. Su objetivo es evitar que los contribuyentes asuman toda la carga de la nueva asistencia.

«No es justo que los beneficios vayan a los bancos mientras que los contribuyentes asuman la carga de las pérdidas», apuntó por su parte la ministra de Finanzas austriaca, Maria Fekter. «El sector privado debe participar en el proceso de reducción de la deuda», añadió.

En contraste, el futuro presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, calificó de «reestructuración suave» la propuesta liderada por los germanos y consideró que provocaría un efecto de contagio al resto de países. «El BCE no está a favor de reestructuraciones o quitas. Deberíamos excluir todas las opciones que no sean puramente voluntarias o que tengan alguna dosis de obligatoriedad», apuntó Draghi en una audiencia ante la comisión de Asuntos Económicos de la Eurocámara.

«Se están discutiendo básicamente dos iniciativas. Una es la iniciativa de Viena -que consiste en invitar a los bancos a comprar nuevos bonos griegos cuando venzan los que tienen en su cartera-, que para mi es completamente voluntaria. La otra es el canje de deuda -opción que defiende Alemania-, y no he podido entender si es voluntaria o podría terminar siendo involuntaria», explicó el italiano.

La ministra española, Elena Salgado, opinó que se deben «atender también las razones del BCE y tratar de buscar una solución que sea buena para Grecia, pero también lo más equilibrada posible para todo el conjunto de la zona euro, para nuestra moneda única».