Juan Bengoetxea | Médico
Udalbiltza
Civilización Cristiana Occidental. Exporta su democracia y moralina como forma de neo-colonianismo de la misma forma que antes lo hicieron con la cruz y la espada. Tenemos que salvar a los pueblos de las dictaduras, del error, dicen. Sobre todo a los que tienen petróleo. Y les tiran bombas. Los McDonals llegan después. La humanidad no ha cambiado mucho, la historia se repite.
Como en tiempos de los faraones, el poder no busca el desarrollo de la persona, sino el beneficio de unos pocos. Sólo soluciones para el primer mundo. Las otras civilizaciones no pueden sino ceder ante la apabullante diferencia militar y tecnocrática.
Pero algo se ha roto por dentro. No existe «el más allá zoroástrico» que premia a buenos-malos, el dualismo alma-cuerpo aristotélico ya no es un axioma, la cosmología parafernálica judeo-cristiana y el pragmatismo calvinista no son suficientes para mantener las iglesias, las ideas de la revolución burguesa y el liberalismo anglosajón han terminado en un sistema profundamente injusto y la democracia representativa ha resultado un camelo. Cinco mil millones de pobres para que puedan vivir bien, la crème, los vips y los que estamos en la urbanización. ¿La única forma de sobrevivir es aceptar la injusticia? Vamos por mal camino.
¿Reformar el sistema o cambiar de proyecto? Revolución cultural. Metanoia. R. Paniker. El desarrollo sostenido es un engañabobos. El sistema funciona a base de consumir, fenómeno inherente al mismo mecanismo. Si cesa el crecimiento, se muere, no respira. Concienciación de un sistema inviable a largo plazo con recursos limitados. Es un sistema en decadencia, sin futuro, acabado. Estamos viviendo su agonía. J. L. Sampedro. «Lo que es bueno para la General Motors es bueno para Estados Unidos». ¿Qué ocurrirá cuando indios y chinos compren coches? El que venga detrás que arree. La banca debe tener beneficios. Si no gana la Bolsa, se acaba la vida. Orden, producir, consumir, especular.
El poder no va a cambiar el sistema. Nadie lo hará por nosotros. «La situación es crítica, si uno se compromete con el sistema, incluso para reformarlo, se convierte en colaborador», y si lo hace desde fuera, le pondrán en la lista terrorista. Necesitamos la utopía de nuestros jóvenes, democracia asamblearia sin componendas de partidos. Udalbiltza.
ETA. En este tema hay una desmesura no justificable por el sentimiento de justicia, ni siquiera por el de venganza, que hace, en mi opinión, desorbitarlo tanto por políticos contrainsurgentes como por detractores moralistas. Es reduccionismo simplista e interesado defender los términos ETA=Batasuna y separatistas=ETA, y una torpeza voluntaria identificar terrorismo con lucha armada. ETA surgió como un movimiento juvenil, utópico, ante una sociedad patológica producida por el franquismo. Acción-reacción. Volverá a producirse con los mismos condicionantes. Surgió del pueblo. Herria zuekin. Con el paso del tiempo, conocemos a los que están dentro, a sus padres, a alguno le hemos visto nacer, conocimos su juventud, sus ilusiones primeras, sus enfermedades, incluso certificamos su muerte violenta. ¿Cómo no va a estar el pueblo con ellos como personas?
Unos dicen que la situación actual es distinta a la franquista, que ahora existe democracia en España. Otros indican que no ha cambiado en lo esencial. La tortura, la persecución de los que salen tras haber cumplido las penas impuestas por su justicia, la negativa al diálogo de solución, el carácter retroactivo de las penas, la vulneración de la confidencialidad «laminando el derecho de defensa y destruyendo los pilares del derecho penal». Ninguna acusación torticera de mafiosos, drogotraficantes, cuentas en paraísos fiscales, etc. ha sido demostrada jamás. A raíz del 11-S el sistema creó la Justicia preventiva como justificación. Violencia programada. Se quitan la careta democrática. Ningún grupo «de la lista terrorista» ha preferido -y ha puesto los medios autosaboteándose- que el número de víctimas civiles fuera el menor posible salvo ETA. ¿Bildu y Sortu los traerán a casa?
Abertzale-socialista. Hay concepciones distintas de la realidad. Para unos Nafarroa tiene siete herrialdes e incluye a un pueblo, antiguo reino, que habla su lengua, Euskal Herria. Para otros Nafarroa tiene seis merindades y es una comunidad foral, antigua provincia y virreinato de España. Existe un concepto reduccionista, UPN, NaBai, PNV lo manifiestan cada uno a su manera. Bizkaitarrismo, navarrismo. Y otro distinto que Udalbiltza formuló políticamente, Euskal Herria es Nafarroa ius linguae.
¿Qué es ser navarro? Tengo un amigo de Lizarrerria al que no le gusta que yo sea navarro. «Tú has nacido en Bilbao», me dice, y yo le digo siempre: «precisamente por eso he tenido que aprender euskera». El derecho romano, tan copiado, hablaba del ius solis y el ius sanguinis. Pero además está el empadronamiento, el lugar de trabajo, el sitio donde están enterrados los muertos propios, donde se vivió la juventud y, si es deportista de élite, el interés social. ¿Basta con «querer» serlo? ¿Es una cuestión de voluntad, del cortex? ¿O cuestión de «sentirse», sistema límbico?
Sabemos lo que dirían los tribunales franceses y españoles. Francia nunca ha entendido que no nos sintamos franceses. El mundo de Euskal Herria no es el jurídico francés y español. Dicen que no existe, que es irreal, pero la Navarra de los navarristas ¿es real? ¿Existir en los papeles es ser más real? A Euskal Herria se entra con la lengua navarra, con el acercamiento a ella aunque no se sepa. Siempre le digo a mi amigo que suba al Orhi o al Gorbea y mire, y si la edad no le deja, que le lleven al Larrun. Y que, después de ver lo que desde allí se ve, me diga qué es más real, si su Navarra Foral o la Nafarroa del pueblo del Pirineo Occidental.
¿Qué es ser de izquierdas? «Hay muchas versiones... pero todas tienen en común un valor central: quienes producen deben tener el control de la producción. Los trabajadores deben controlar las fábricas, los campesinos deben controlar las tierras que trabajan y también sus comunidades». El neoliberalismo se creó para imponerlo en el Tercer Mundo. «No es nada nuevo: esas ideas provienen de los modelos económicos creados para sojuzgar a las colonias». Chomsky. Y un control, ¿autocontrol?, de la propiedad privada.
Arizkun. «El alma es carne y está en el cerebro». Neuronas y neurotransmisores. Punset. Somos un mecanismo pensante que desaparece cuando se acaba la máquina, como los mamíferos. Venimos a transmitir genes, a hacer perdurar lo que nos transmiten los viejos. No somos evidencia estadística, somos personas concretas irrepetibles. Se concibe al ser humano como un todo unitario y al mismo tiempo como una parte integrante de un sistema social, estructurado con otros subsistemas, que produce en su relación un intercambio y un mundo fuera de los sentidos. Hay una memoria colectiva transmitida. ¿Espíritu, ectoplasma? «Hay una función social en las creencias en seres, ideas, no perceptibles en el dominio de la percepción sensorial. La humanidad no ha cambiado absolutamente nada». J. A. Jáuregui.
La conquista de Nafarroa por Castilla hace 500 años no sólo supuso el desmochamiento de castillos por Cisneros, sino la imposición inquisitiva de los iconos de la Civilización Cristiana Occidental, infierno, santos, dogmas, pecado... que quedó marcado con hierro y fuego en la memoria colectiva y que el franquismo nacional-católico reforzó. Un día brumoso, una entrañable amiga me introdujo en el mundo de Arizkun, en su sociedad, y en ese espíritu ambiental del Baztan mezcla de catolicismo trentino y Nafarroa auténtica. En los alrededores de la ermita de San Miguel vi, a lo lejos, junto a una borda con arbolado, dos figuras femeninas. ¿Lamias o sorgiñas? Me percaté de que mis amigos, con los que iba, no las veían, pero ellas se dieron cuenta de que yo sí las veía y me miraban con cierto descaro desafiante. Cuando llegábamos desaparecieron rápidamente con una risotada que llegué a oír. Curioso que fuera junto a San Miguel, el arcángel superman. Me llenó de gozo saber que los espíritus de la Civilización Cristiana Occidental que viven en los cielos no habían podido con los que viven y brotan de la propia tierra navarra. Los euskaldunes no es que tengan otra concepción del mundo, es que viven en otro mundo al que se entra con la llave del euskera. Al atardecer apareció un poco de viento y al cerrar la ventana dirigí una última mirada a las sombras del castillo de Amaiur, y me pareció oír la harrikulunka que hacía kilin-kala y me llamaba. Hace seis años, cuando fui a saludarla, me dijo: «Juan, Juan, nekez etorri eta arin joan». No sé si el metal en las articulaciones me dejará ir de nuevo. Bueno, ya irán los nietos y nietas.