Maite SOROA | msoroa@gara.net
El mal perder de algunos
La verdad es que cuando los pensadores del periodismo hispano se ponen en plan agorero, resultan insufribles. Ahora les ha dado por narrarnos cómo será el apoca- lipsis, lo que resulta, cuando menos, aburrido.
Ayer en «El País», Luis Daniel Ispizua nos hablaba de «los excelentes resultados electorales de Bildu» para agregar a continuación que «han suscitado diversas respuestas entre sus adversarios: el horror, el escarnio, cierta esperanza ante el poder pedagógico de la asunción de responsabilidades, la expectativa del fracaso, el temor al desastre...». Sucede, aunque Ispizua no lo diga, que entre sus partidarios ha suscitado entusiasmo por un nuevo tiempo.
Pero el tío sigue en sus trece: «Con respecto a este último, el temor al desastre, cuando mi amiga B. me lo sugirió le comenté que nos lo mereceríamos, y ella me respondió airada que no compartía mi opinión, en lo que quizá tenía razón, ya que nadie que es capaz de advertir del desastre que pueden causar otros es merecedor de sus consecuencias. Pero, merecidamente o no, está claro que el desastre, si lo hay, lo padeceremos todos». O sea, que se callarán los pájaros, el eclipse se eternizará y no se encenderán las farolas.
Pero, por si acaso, el columnista ofrece un atisbo de esperanza: «Supongamos que no haya tal y aferrémonos a la esperanza de quienes confían en el poder transformador de la asunción de responsabilidades. ¿Nos conducirán, rústico modo, hacia un Igeldo pastoril en el que las ovejas pastarán libremente, aunque los pastores sean sometidos al lecho de Procusto del ideal batasuno, con juras a la independentzia mientras desfilan -ángelus va, ángelus viene- los cencerrados de Ituren, o se avendrán, urbano modo y con las correcciones que consideren pertinentes, al modelo de modernidad por el que ya transitábamos?». Que melonada, ¿verdad?
Y para concluir, la perla: «Estoy dispuesto a comprender todo tipo de reacciones al fenómeno Bildu menos una: la del, digamos, chantaje pacifista (...) La paz no puede arrastrarnos al abismo que sus enemigos han ido labrando». La verdad es que los posmodernos tienen tan mal perder como los de la derecha extremista. Se les olvida que ha habido elecciones.