La primera en lanzarse al barro dialéctico ha sido Lucía, a quien, en un interminable artículo, le dió por cargar contra el reality televisivo «Alaska y Mario», que emite actualmente la MTV. Su peregrina tesis, carente de fundamento alguno, se basa en que en el programa todo está guionizado y la pareja actúa ante las cámaras, protagonizando una ejercicio consciente de falsa realidad.

La respuesta de Diana no se hace esperar, porque se siente ofendida en calidad de guionista de la serie. Para defender su trabajo, no duda en atacar al de su rival, incidiendo una vez más en la fama de plagista que la persigue. Incluso la acusa de su falta de estilo como articulista, cuando no cuenta con la ayuda del corrector de la editorial.

Ataques personales aparte, y sin pretender mediar en esta pelea de petardas de ayer y de hoy, he de decir que la llamada telerealidad trabaja más sobre la edición final que sobre el guión previo, en especial si el contenido de las horas de grabación es el modo de vida de personajes que se pretenden freaks.

A ningún guionista, por muy imaginativo que sea, se le pueden ocurrir frases tan sin sentido como las que suelta Mario Vaquerizo, que no deja de ser un Forrest Gump adicto a las nuevas tendencias y a los cinco minutos de fama de Andy Warhol.