Corre por YouTube una grabación que viene a demostrar que en los incidentes del Parlament de Catalunya, había provocadores con pinganillo, coordinados, con mochilas sospechosas y muy bien peinados. Fueron detectados por los manifestantes, se agruparon, se escabulleron y siguieron, junto a otros con otros camuflajes menos sospechosos, reventando el movimiento de denuncia. Son viejas técnicas policiales, y a la vez es la respuesta a la pregunta de muchos inocentes o interesados en preguntarse por las razones de esa situación tan claramente puesta en escena desde fuera de la organización por infiltrados y otros colaboradores necesarios.

También debería servir para que los políticos, sus bedeles, sus palmeros y todos cuantos están locos por volver a la política zombi, a la sociedad muda, rectifiquen, hagan acto de reconsideración sobre las salvajes denuncias que han realizado. Han querido con una provocación acabar con un movimiento, del que podemos tener todas las reservas que queramos, pero que lleva por delante algo importante: no dar por hecho nada. Establecer la duda sobre todo cuanto sucede, la apertura de un campo para el debate, la reflexión y el conocimiento. Es decir, la politización, en el sentido más noble del término, de la ciudadanía, el que cada mujer, cada hombre se sienta protagonista de su destino y el de su pueblo. Y la violencia está siempre donde está. Y los provocadores están entrenados para eso, para reventar.

Hay que ser más solidarios que nunca con todos los que se mueven por todo Europa, estar muy alerta con la criminalización, porque estamos en un lugar donde padecemos esa violencia sorda, larvada, que quieren perpetuar. Y pedimos a las cadenas de televisión que mostraron la parte que les interesaba, que cargaban con sus comentarios las imágenes hasta convertirlas en pura intoxicación insufrible, que pongan un interrogante, que miren las que se está viendo por todo el mundo, que acompasen sus deseos con la realidad. Y que desconfíen de los bien peinados en manifestación de libertad. No estamos hablando de la caverna de TDT, sino de generalistas e institucionales, con matices, pero lanzadas al discurso policial sin tapujos.