Considerado el ideólogo de Al-Qaeda, el nombre de Ayman Al-Zawahiri ha estado unido al de Osama Bin Laden desde el final de la década de los 80, cuando ambos se conocieron en las cuevas de Afganistán, donde al parecer este médico, que el domingo cumplirá 60 años, asistió a combatientes heridos en los enfrentamientos con las fuerzas soviéticas que entonces ocupaban el país.

Nacido en el seno de una familia de médicos y religiosos de clase media de Egipto -su padre fue profesor de farmacología de la Universidad de El Cairo y su abuelo el imán de la Universidad Al-Azhar, el centro más importante de estudios religiosos-, su vida ha estado ligada a la militancia islámica desde su adolescencia. Con sólo 15 años fue detenido acusado de pertenecer a la cofradía de los hermanos Musulmanes, proscritos en 1954.

Pasó tres años en prisión imputado en el atentado que le costó la vida al presidente egipcio Anuar al-Sadat en 1981. Tras quedar en libertad, inició un periplo por Arabia Saudí y EEUU para, a mediados de los 80, recalar en Pakistán, donde atendió a los combatientes que luchaban en Afganistán.

Conoció al fundador de Al-Qaeda durante la «yihad» contra los soviéticos y si bien siguió a Bin Laden a Sudán cuando fue expulsado de Arabia Saudí, tomaron caminos separados en un primer momento. Al-Zawahiri vivió en Europa en los 90 y fue detenido en Rusia cuando reclutaba combatientes para luchar en Chechenia. En 1995 reapareció junto a Bin Laden en un vídeo en el que anunciaban represalias contra EEUU por el arresto del jeque egipcio Omar Abdel Rahman, en conexión con el atentado de 1993 contra el World Trade Center de Nueva York.

Considerado como «el eje motor» de los atentados más espectaculares de Al-Qaeda, fue inculpado por Washington de las bombas contra las embajadas estadounidenses en Tanzania y Kenia de 1998 y la Interpol dictó una orden de busca y captura contra él tras el 11-S por ser «una de las cabezas de Al-Qaeda». Desde entonces vive escondido.