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Iratxe FRESNEDA Periodista y profesora de Comunicación Audiovisual

20 años con Thelma y Louise

Dos mujeres en la carretera. El suyo es un viaje iniciático, un viaje sin retorno. «Thelma y Louise» nos habla de la emancipación, de la trasgresión de los géneros, de lo difícil que es ser mujer incluso en una película. Probablemente, Callie Khouri, la guionista de la cinta, tuvo presente las teorías de Laura Mulvey cuando creó esta magnífica historia. Khouri fue valiente y se burló de las convenciones (incluso de las presiones de los productores) para hacernos sentir heroínas, sujetos activos, protagonistas de la historia. Pero al margen de las lecturas feministas, parece que el tiempo haya pasado de soslayo por este filme realizado con maestría e inteligencia. Mucho antes de que Geena Davis y Susan Sarandon se suban al Thunderbird descapotable, la magia que va a habitar toda la cinta se intuye.

El guión intachable de la tejana (mereció el Oscar) sumado a la brillante puesta en escena de Ridley Scott y al talento de las actrices protagonistas y actores de reparto (Harvey Keitel, Michael Madsen, Brad Pitt...) la convierten en un largometraje de culto. Y no les falta razón a aquellos que afirman que en un buen guion escrito para el cine, el acontecimiento desencadenante, aquello que trastoca el devenir de la historia, debe situarse estratégicamente (puede que a la media hora de haberse iniciado la película).

Ridley Scott hace que ese suceso dramático sea el detonante transformador de dos personajes que acabaran por convertirse en mujeres al margen de la ley, sintiéndose libres en su propia película de vaqueros, huyendo con las caras sucias y la pistola en las caderas. Dos mujeres al volante ahuyentando a los lobos del camino que, veinte años después, siguen vivas.

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