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CRíTICA cine

«El viaje del director de recursos humanos» Pan de tierra santa

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Mikel INSAUSTI I

El cine israelí atraviesa por uno de sus mejores momentos gracias a autores como Eran Riklis, uno de los más críticos con las conflictivas relaciones que mantiene su país con los vecinos del entorno. En “La novia siria” sacaba a colación el drama del pueblo druso y en “Los limoneros”, también protagonizada por la gran actriz palestina Hiam Abbas, escenificaba la sinrazón de la actitud beligerante en los territorios ocupados.

En “El viaje del director de recursos humanos” el campo de acción se abre a la Europa del Este, para introducir el problema de la inmigración. Una trabajadora rumana muere en un atentado, pasando a engrosar la lista de la mano de obra extranjera que sufre los daños colaterales derivados del conflicto árabe-israelí. En los primeros cuarenta minutos, los que transcurren íntegramente en Jerusalén, Eran Riklis ataca de frente a una prensa local generadora de un discurso victimista. La presión mediática de cara a crear una imagen de duelo permanente por las víctimas, aunque en vida fueran explotadas laboral y socialmente, compromete a la dirección de la panificadora en la que estaba empleada la fallecida.

La panificadora, a su vez, convierte en chivo expiatorio al director de recursos humanos. Es el encargado de resolver la papeleta legal, por lo que deberá cargar con el ataúd que contiene los restos de la súbdita rumana y trasladarlos a su país de origen. Es un desagradable asunto con complicaciones diplomáticas que ha de encarar a título personal, tanto en cuanto el cargo que ostenta utiliza el concepto de humanidad desde la falsedad de las relaciones públicas. Pero, como en toda película de carretera que se precie, algo se removerá en el interior del protagonista a lo largo de su odisea por los Cárpatos, hasta llegar a comprender la verdadera naturaleza del desarraigo. Aquella mujer había huído de la miseria que conoció en Rumanía, así que tampoco podía ser devuelta a la fuerza. Todo ello contado con puntuales y demoledores golpes de humor negro.

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