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Txisko Fernández Periodista

Aunque no quieran quitarse la venda

Hace tiempo que este país está cambiando. El 22 de mayo se vio mucho más claro. El 11 de junio saltó a la vista. Pero podemos retrotraernos mucho tiempo atrás para confirmar que las cosas están cambiando.

Por no salir del calendario institucional, el cambio también se apreció de forma notoria la noche del 1 de marzo de 2009, cuando el derrotado Patxi López aceptó la mano envenenada del PP para entrar días después en Ajuria Enea -si no avergonzado él mismo, seguro que avergonzando a muchos militantes del PSE-. Y, sin haber aprendido la lección que han dado las urnas, se verá en los próximos días, quizás este mismo jueves, entrar a Roberto Jiménez en el Gobierno de UPN o, lo que es lo mismo, se observará al PSN claudicando a los pies de Yolanda Barcina.

En este tiempo de cambio, hay quien se ha puesto a trabajar para demostrar que otra forma de hacer política es posible. En las calles y en las instituciones, sin complejos y sin pudor, porque les ha llegado la hora de materializar proyectos largamente preparados. Proyectos pensados a pie de calle para que sus frutos lleguen directamente a las gentes de a pie.

También hay quien se resiste a quitarse la venda de los ojos. Es cierto. Y su problema nos afecta a todos. Habrá que darles un poco de tiempo. Muy poco les han dejado los votos, pero incluso se ve que están dispuestos a malgastarlo.

Esa venda mental todavía abarca muchos espacios visibles, como es el caso de los medios de comunicación públicos. Durante estas últimas semanas lo que están haciendo los responsables de EiTB es para enmarcarlo, para inscribirlo con letras doradas en los anales del periodismo infame. Escuchar cada mañana, cada tarde, cada noche a los dirigentes del PSOE-PP hablando de un país que no existe, de una sociedad a la que han dado la espalda, de un futuro en el que ni ellos creen es, simplemente, patético.

Todo va a cambiar. No es cuestión de tiempo, sino de voluntad, de miles, decenas de miles, cientos de miles de voluntades que han decidido dar un gran empujón colectivo a la esperanza de que otro mundo es posible, que es posible otra forma de hacer las cosas y de construir la política. La realidad es ésta y, si no se quitan pronto la venda, esta luz les cegará.

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