Las cargas policiales han dejado en evidencia en qué consiste la democracia actual. La democracia justa es la que posee los guardias; la otra democracia es la que posee los delincuentes. Por tanto hay que cargar. La duda está en saber con exactitud quién debe cargar. Para determinarlo con justicia se debe escuchar a los líderes. La nueva duda está en saber quiénes son los líderes: ¿los que poseen el poder o los que dirigen a los que no tienen nada? Líder quiere decir guía, jefe o conductor de un partido, de un grupo social o de otra colectividad. Surge una tercera duda: ¿es líder el Sr. Durán i Lleida, que dirige un partido de cuatrocientos afiliados que invierten en Bolsa o Julián de Balsereny, que dirige un grupo de ochocientos indignados que no tienen bolsa? De momento hay que cargar ¿Pero quién contra quién? El Sr. Bono trata de aclararlo: «Sea políticamente correcto o no, se interprete bien o se interprete mal, el único imperio que hay en un Estado de Derecho es la ley y los indignados tienen que cumplirla». Cuarta duda: ¿es ley lo incorrecto; hay que cumplirla «se interprete bien o se interprete mal»?. Lo prudente es cargar. El Sr. Bono pide no obstante que no se cargue contra «la gente bondadosa que se reúne en la Puerta del Sol». Quinta duda: ¿qué ha de entenderse por gente bondadosa? ¿los que indican con educación que tienen hambre o los que gritan que tienen hambre? No se sabe, por lo tanto lo correcto es cargar. Pero ¿quiénes han de cargar, los que comen y tienen una porra o los que no comen y se van a la porra? De verdad ¿aquí quién sobra? Tampoco se sabe. Quizá el Sr. Bono. Quizá.