Koldo CAMPOS Escritor
La bendita amnesia
Todavía hay quienes piensan que la amnesia es una enfermedad mental, una grave dolencia que, como consecuencia de lesiones patológicas o seniles, provoca la pérdida de la memoria.
Así de injusto es el juicio de la gente y de equívoco el diccionario.
La amnesia, y quien la disfrute me dará la razón, es un preciado bien, y no cualquiera, de los que disponemos los seres humanos.
Gracias a ella, los más repugnantes crímenes quedan relegados al silencio para que ni el rumor de las esquinas alcance a mencionarlos y puedan blanquear los asesinos sus hojas de servicio y seguir aplaudiendo la sociedad sus virtuosas trayectorias, que ya se ocupará la amnesia de transformar al ladrón en probo, al canalla en benemérito, al pecador en santo y al mentiroso en periodista.
La amnesia observa la propiedad, además, de que una sola dosis es capaz de vacunarnos contra cualquier posible y repentina suspicacia y, como se contagia, al conjuro de unos cuantos ilustres eruditos en las artes de la infamia, podemos todos recuperar nuestra apacible y feliz existencia.
No hay crimen, por execrable que parezca, que no deba la amnesia relegar al insoluble olvido; no hay robo, por más evidencias que lo delaten, que no sepa la amnesia convertir en honesto patrimonio; no hay patraña, por más burda que resulte, que no vaya la amnesia a transformar en patria historia.
Y son tantos los impunes delincuentes ejerciendo de demócratas caudillos, que ni siquiera nos queda a los demás la esperanza del cielo en la otra vida, que ni a la derecha de Dios íbamos a estar tan bien acompañados.