Irak padeció ayer un nuevo rebrote de la violencia a apenas seis meses de la retirada total de las fuerzas americanas, después de que un atentado suicida contra el gobernador de la provincia chiíta de Diwaniya provocara la muerte de 26 personas, la mayoría policías. «La primera explosión se produjo cuando un kamikaze intentó sobrepasar el check-point para dirigirse a la casa del gobernador, la cual se efectuó justo en frente de la entrada principal. El segundo fue a apenas tres minutos en el mismo lugar», indicó el ministro de Defensa, Mohamed Askari.

La oficina del gobernador Salem Hussein, del partido Dawa del primer ministro, Nuri al-Maliki, aseguró que éste se encontraba sano y salvo; parece ser que un retraso en su horario habitual posibilitó esa cuestión.

«Sali de casa para dirigirme a mí lugar de trabajo, cuando un coche estalló cerca; en seguida vi sobre el suelo cuerpos totalmente calcinados, difíciles de identificar», señaló un testigo de la deflagración. En los últimos meses, la red islámica Al-Qaeda ha tomado como objetivos a gobernadores iraquíes con el fin de paralizar la actividad económica en estas regiones, según los analistas.

El de Diwaniya, sin embargo, no fue el único ataque perpetrado ayer, ya que otras siete personas fallecieron en sendos ataques causados en Bagdad y Mussayab. En el primero fueron varios cohetes los causantes de las muertes, mientras que en el segundo fue la explosión de una bomba en un restaurante.