CRíTICA cine

«Micmacs»

Mikel INSAUSTI

El creador Jean-Pierre Jeunet tiene que estar harto de que le asocien única y exclusivamente con “Amélie”, por el simple hecho de haber sido su mayor éxito de público. Trató de cambiar de registro con “Largo domingo de noviazgo”, pero no convenció en su nueva orientación. En medio de tan complicada encrucijada, y con proyectos visionarios pendientes por falta de financiación, no ha tenido otro remedio que intentar recuperar la inventiva de sus comienzos, cuando colaboraba con Marc Caro. El resultado es una película muy en la línea de “Delicatessen” y “La ciudad de los niños perdidos”, títulos respecto a los cuales “Micmacs” no desmerece en absoluto. Hasta las críticas de entonces podían valer para lo que vemos ahora, porque el fuerte de Jeunet sigue siendo la fantasiosa puesta en escena que conforma su personal universo, repleto de personajes tan extravagantes y surrealistas como entrañables. Del mismo modo, vuelve a flojear en el desarrollo narrativo por culpa de una escritura de guión simplista e infantil.

Jeunet ha querido hacer la versión marginal y bohemia de “Misión imposible”, reuniendo a un variopinto grupo de especialitas con un sentido de la acción circense, ya que parecen salidos del clásico “Freaks” de Tod Browning. El humor gestual que anima a cada uno de sus componentes está directamente heredado de Tati, pero la cacharrería que les sirve de refugio es, cómo no, una invención exclusiva de Jeunet. Dentro de ella la identidad que mejor define esa vocación romántica por el reciclaje de objetos inservibles es la del viejo inventor de juguetes mecánicos, la más opuesta a la de los fabricantes de armas que tienen por enemigos. En ese punto el argumento parece calcado del de “Louise-Michel”, la comedia anarquista de Gustave De Kervern y Benoît Delépine, con la que conecta a través de la presencia de la actriz Yolande Moreau. El mensaje pacifista que maneja es inofensivo y obvio, salvo por detalles futuristas como el del partido de fútbol sobre minas explosivas.