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El intercambio de parejas como dilema existencial en «Sólo una noche»

Mikel INSAUSTI | DONOSTIA

La cineasta de origen iraní Massy Tadjedin fue contratada como guionista por la productora de George Clooney y Steven Soderbergh para escribir «The Jacket» pero, mientras llevaba a cabo ese encargo, se puso a preparar el guión de su primer largometraje, pensando en algo más personal. Decidió tratar el candente tema de las parejas en crisis y las infidelidades, partiendo de los testimonios y confesiones de los amigos y conocidos de su entorno. De paso, optó por ambientarlo en Nueva Y0rk, porque es la ciudad que más ha visitado durante y después de la Universidad a causa de su gran vida social. Y, como en el caso de Woody Allen, considera que es una metrópoli con un ambiente muy romántico.

El tono pausado e intimista de la narración hace que «Sólo una noche» conecte más con el cine de Richard Linklater en su díptico formado por «Antes del amanecer» y «Antes del atardecer», títulos que son una puesta al día del modelo clásico preconizado por el maestro David Lean en «Breve encuentro».

Para su ópera prima Massy Tadjedin se ha apoyado por completo en las interpretaciones de Keira Knightley, Sam Worthington, Eva Mendes y Guillaume Canet. Los dos primeros forman la pareja en crisis de la historia, mientras que los otros dos constituyen su respectivo objeto de deseo. La realizadora no ha arriesgado en el estilo visual y se ha decidido por movimientos de cámara muy controlados, con tal de concentrarse en el trabajo actoral, que le ha dado unos resultados parodójicamente disparejos, por culpa de unos inseguros Sam Worthington y Eva Mendes.

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