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NUEVO MAPA INSTITUCIONAL EN EUSKAL HERRIA

Barcina asume la Presidencia de Nafarroa con el 56% de los votos

La líder de UPN, Yolanda Barcina, se convirtió ayer en la primera presidenta de Nafarroa gracias a los votos del PSN, que entrará en el Gobierno por vez primera. Su candidatura recibió el rechazo de NaBai, Bildu, Izquierda-Ezkerra I-E) y el PP. Barcina venció por 28 a 22.

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Aritz INTXUSTA | IRUÑEA

Yolanda Barcina resultó elegida ayer presidenta de Nafarroa por mayoría absoluta en primera votación. La candidata de UPN recibió los votos del PSN para liderar un gobierno de coalición en esta octava legislatura. En su discurso de investidura -pactado con su socio, Roberto Jiménez-, Barcina aseguró que entre UPN y PSN poseen «tres quintas partes de la Cámara y el respaldo del 70% de la ciudadanía», argumentando que se trata de un pacto de Estado. Sin embargo, lo cierto es que ambas formaciones, en la legislatura pasada, sí controlaban el 70% del Parlamento, pero en ésta suman 28 votos de 50, sólo dos más que la mayoría absoluta. Los otras 22 papeletas se fueron al no.

Este hecho fue recalcado con ironía por el PP, que comparó este pacto con el de UPN-CDN de hace ocho años, cuando gobernaron con 27. Bildu añadió que el PSN ha optado por elegir «pan para hoy y hambre para mañana».

Barcina arrancó cargando contra Bildu: «La presencia de esta formación aquí es fruto de la decisión del Tribunal Constitucional, que acatamos aunque no compartimos». Parece que la pluma del PSN sólo se dejó notar en la primera página del discurso (de 22 folios) en el que la ex alcaldesa de Iruñea trató de ganarse la confianza del resto de formaciones de la Cámara, sin mucho empeño ni éxito.

El inicio de su exposición estuvo centrado en el movimiento 15-M. «Muchos ciudadanos han salido a la calle para pedirnos cambios, reformas, otra manera de hacer y de actuar», afirmó Barcina. Sin embargo, sus propuestas para los próximos cuatro años apuntan una línea continuista. Los puntos de fricción que ya han comenzado a asomar en este matrimonio de conveniencia aritmética entre UPN (19 escaños) y PSN (9) simplemente se eliminaron del discurso -caso del derecho al aborto- o se dejaron aún en el aire, como la implantación de una facultad de Medicina en la Universidad Pública de Navarra, para la que se pedirá un nuevo estudio.

Barcina centró su discurso en la creación de empleo, para lo que apostó por mantener la fiscalidad y no subir los impuestos, haciendo hincapié en no elevar las tasas a quien más tiene («el ahorro debe ser estimulado fiscalmente»). Las líneas de actuación serán las ya definidas en el Plan Moderna. En este sentido, Barcina se comprometió a no meterse en obras públicas sin tener una financiación garantizada. Ahora bien, señaló que el TAV resulta «irrenunciable».

El primer turno de palabra recayó en Carlos García Adanero, de UPN, que volvió a agitar los viejos lemas de batalla de su formación: «El autogobierno que reclaman los nacionalistas significa que Navarra desaparezca». Dijo también que «Euskal Herria es una quimera» y que «UPN es la garantía de que la Navarra que conocemos, con sus instituciones e integrada en España». García Adanero reconoció también que «las opciones de gobierno eran las que eran» y que «sólo cabía» el pacto UPN-PSN.

Jiménez, ambiguo todavía

Quien será número dos del gobierno de Barcina, Roberto Jiménez, se dirigió a Bildu para decirle que «no era creíble que sus votos fueran gratis». Por contra, el líder del PSN insistió en que su pacto con un partido de ideología neoliberal no implica renunciar a los valores del PSOE, un partido «con 130 años de historia», aunque admitió que durante la negociación de un pacto tuvieron que dejarse «pelos en la gatera». Jiménez reconoció que se ha tratado de una decisión «muy difícil» y aseguró que en ningún momento ha estado motivada por «cobardía».

El líder del PSN prometió no entrar en frentismos, pero empezó su segunda intervención marcando distancias con las fuerzas abertzales. «Habláis de ETA, de Euskal Herria, de democratización... El raca-raca de siempre», criticó. Luego dejó meridianamente claro cuál es su receta ante estos problemas: «Estado de derecho, Policía y cárcel». En consecuencia, Jiménez aseguro que, en esta clave, será imposible llegar a un entendimiento. A pesar de todo lo anterior, se esforzó en remarcar, en varias ocasiones, que su mano está tendida.

Por otra parte, Jiménez se permitió lanzar un par de críticas a sus nuevos socios de gobierno, acusándoles de especuladores con el suelo. No obstante, las críticas del PSN se las llevó García Adanero, eludiendo así conflictos con Barcina. Cuando ésta salió elegida presidenta, la bancada del PSN no aplaudió.

Oposición abertzale, I-E y PP

Patxi Zabaleta, por NaBai, fue quien entró más en detalle al contenido del discurso de investidura de Barcina. «Es un gobierno de continuidad», señaló. El cabeza de lista de la coalición entre Aralar y PNV criticó las carencias del discurso programático y apuntó que, sin elevar los impuestos, los servicios públicos se verán mermados de forma irremediable. Además, Zabaleta lanzó una pregunta al aire en sus dos turnos de palabra: «¿Este gobierno va a hacer algo en favor de la paz, la convivencia y la libertad?».

Bakartxo Ruiz utilizó su intervención para hablar de la ilusión que genera la entrada de Bildu en el Parlamento. «Bildu añade normalidad política y más democracia a esta cámara, pese a quien le pese, aunque esto sea difícil de entender para algunas mentes totalitarias», afirmó Ruiz. Sacó a la luz temas como la tortura y los presos, cuestionando el respaldo sin condiciones que Barcina dio a las Fuerzas de Seguridad del Estado y la forma unívoca de UPN de entender la «violencia». En cuanto al discurso de investidura, lo juzgó -al igual que el resto de la oposición- como tremendamente vago e inconcreto

Por su parte, José Miguel Nuin, de Izquierda-Ezkerra, apostó por huir de los frentismos identitarios y se posicionó del lado de quienes más sufren por la crisis. Además, señaló que las recetas neoliberales que Barcina pretende aplicar son las que han desatado esta crisis.

El PP finalmente optó por votar «no», y justificó su negativa en Jiménez, a quien considera «candidato adjunto». Su estreno en el Parlamento navarro desató un primer encontronazo verbal con el PSN, en el que se tiraron los trastos sobre la gestión en otros puntos del Estado.

Cuatro papeletas de infarto

En un momento dado, Barcina insistió en que nunca jamás aceptaría los votos de Bildu y antes dimitiría. Eso provocó que, Maiorga Ramírez, desde la grada, hiciera gestos que insinuaban que iban a votarle.

Nada más comenzar el recuento aparecieron cuatro papeletas muy seguidas en las que se leía «bai» y, por un momento, pareció que Bildu había cumplido su amenaza. El rostro de Barcina se tensó, pero todo quedó en anécdota.

 
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