Cientos de desplazados sirios huyendo de la represión pasaron ayer a Turquía para escapar del Ejército que avanzó hasta la frontera en el noroeste del país. Centenares de soldados apoyados por tanques entraron en la ciudad de Khirbet al-Joz, a tan sólo un kilómetro de la frontera, según activistas de la oposición.

Un habitante del pueblo turco de Guvecci, junto a la frontera, observó que varios tanques y soldados se asomaron sobre la colina donde se sitúa el pueblo a primera hora de la mañana.

A continuación, tres transportes de tropas blindados aparecieron solamente a 300 metros de un campo de desplazados antes de alejarse. Varios kilómetros al norte de Guvecci, varios cientos de desplazados traspasaron la alambrada que indica la frontera, donde la policía turca se hizo cargo de ellos y los trasladó a uno de los cinco campos de refugiados levantados por la Media Luna Roja en la provincia de Hatay.

El presidente de este organismo, Tekin Kucukali, habló de más de 600 desplazados que se suman a los 11.000 sirios refugiados en Turquía.

Movimientos diplomáticos

Un imán sirio que huyó al escuchar los disparos y bombardeos, relató que «el Ejército ha tomado el control de los pueblos y ha bloqueado las carreteras». Más de 120 civiles han sido detenidos por las autoridades sirias desde el miércoles en Tal Rifat, a treinta kilómetros de Turquía, según otra organización opositora. El general turco Servet Yoruk, se desplazó a Guvecci para inspeccionar sus guarniciones fronterizas, a la vez que el ministro turco de Asuntos Exteriores, Ahmet Davutoglu habló por teléfono con su homólogo sirio, Walid Muallem, de los últimos acontecimientos en la zona.

El embajador sirio en Ankara, Abdullah Derdariy, fue convocado posteriormente por el ministerio para un complemento de información, según la agencia Anatolia.

A su vez, Davutoglu trató el problema en una conversación telefónica con la jefa de la diplomacia de la Unión Europea, Catherine Ashton. Precisamente, los países de la UE ratificaron ayer un nuevo paquete de sanciones que suponen la congelación de los bienes y la prohibición de viajar para siete personas, tres de ellas iraníes acusados de proporcionar equipamientos militares a Siria, y cuatro responsables sirios, así como contra cuatro empresas sirias.

Por otro lado, sin llegar a pasar a Turquía, miles de desplazados sirios se han reagrupado en «poblados» de varios centenares de personas a lo largo de una estrecha banda de terreno junto a la frontera, dudando si cruzarla ante el temor a no poder regresar a sus hogares.

Al cumplirse cien días del movimiento de protestas contra el régimen de Bashar al Assad, la oposición convocó una huelga general en todas las ciudades sirias en señal de duelo por las víctimas de la represión que ha causado más de 1.300 muertos, según estos grupos. Aseguraron que la huelga fue ampliamente seguida por en los suburbios de Damasco, así como en Homs, Latakia y Deraa, feudos de la rebelión siria.