El PSE presentó la candidatura de Rafaela Romero a diputada general desde el orgullo de pertenecer «al partido más antiguo de esta tierra» y «con ilusión, ideas y fuerza de mujer», e incluso dijo esperar ser elegida, pero en realidad reconoció desde el principio que el investido sería Martin Garitano, puesto que se atrevió muy pronto a ponerle deberes al nuevo diputado general: «Pedir a ETA que se disuelva».

La pretensión del PSE era dejar claro que no tenían intención alguna de votar al candidato del PNV, al que reprochó haber dado la espalda a un acuerdo con su partido y haber «optado por Bildu como claramente se vio el día 11 de junio en la constitución de los ayuntamientos guipuzcoanos».

Romero, a la que se le atravesaron varios pasajes de la parte del discurso leído en euskara, volvió al mensaje que en su día empleó el lehendakari contraponiendo en alguna manera el euskara y la libertad.

Romero pidió un «pacto de hierro» entre PSE, PNV y PP para defender el actual proceso de fusión de las tres cajas de la CAV, al tiempo que hizo una defensa encendida de proyectos como el TAV y el puerto exterior de Pasaia, de la ampliación del aeropuerto de Hondarribia y de otros grandes proyectos planteados para el herrialde.

Pese a la dureza empleada en algunos momentos en su discurso sobre la violencia de ETA y en las referencias a los componentes de Bildu, Rafaela Romero acabó haciendo una apuesta por un futuro inclusivo, desde el mantenimiento de la memoria, «porque soplan vientos distintos». Pronosticó, además, que «ésta será la legislatura de la paz de todos y todas».