En una jornada en la que la canícula veraniega y sus consecuencias se presentaban como uno de los ejes de la actualidad informativa de Bizkaia, la aparición de los cadáveres de una mujer de 58 años y de su hijo de 12 con signos de violencia en un piso de la calle Federico García Lorca, en una urbanización de reciente construcción en el barrio de Errepelega de Portugalete, supuso un fuerte sobresalto.

La voz de alarma partió del marido y padre de los fallecidos, que alertó a la Policía autonómica a través del 112, ya que, al volver a casa tras someterse a una prueba médica en un centro de salud, se encontró con que no podía acceder al domicilio. Además, en la puerta de la vivienda había manchas de sangre y su esposa no respondía a sus llamadas telefónicas.

En ese piso de la calle Federico García Lorca residían los padres y tres de los cinco hijos que componían el núcleo familiar: una hija mayor que estaba trabajando en un supermercado, el presunto autor de los hechos y el niño de 12 años.

Los primeros en acceder al piso fueron dos agentes de la Ertzaintza y un bombero, quien tuvo que sofocar un pequeño incendio en la cocina, donde al parecer la mujer estaba preparando la comida cuando se produjo el ataque. Los ertzainas hallaron, según el relato de fuentes policiales, los dos cuerpos acuchillados. Más tarde, el alcalde, Mikel Torres, añadió que las víctimas tenían golpes en la cabeza dados con un objeto contundente, aunque precisó, en declaraciones a los numerosos medios de comunicación desplegados a Errepelega, que será la autopsia y la investigación de la Policía Judicial las que determinen la causa de estas muertes violentas.

En su afán por adquirir cierto grado de protagonismo en lo que calificó de «terrible asesinato», aunque luego tratara de mostrarse prudente en sus declaraciones, Torres explicó que el Consistorio y la Policía a su cargo habían precintado todos los contenedores de basura y también los de recogida automática de residuos «por si quien ha cometido el asesinato se ha desprendido de la ropa que podría tener sangre y estar en algún contenedor».

La Policía autonómica precintó la vivienda, en unos bloques de unos cinco años de antigüedad, según precisó el alcalde, y los agentes iniciaron las pesquisas en búsqueda de indicios.

Se entrega a la Policía en Sestao

Mientras la conmoción embargaba a la villa jarrillera y al entorno de los fallecidos, sobre las 13.20, un joven, que resultó ser el hijo y hermano de las víctimas, se personó voluntariamente en dependencias de la Policía Local de Sestao, localidad colindante con Portugalete, y se autoinculpó de ambas muertes. Desde la Policía Municipal sestaoarra se informó a Efe que el menor llegó con «la mirada pérdida» diciendo que había matado a dos personas.

Tras comprobar los hechos con sus homólogos jarrilleros, sobre las 14.15 fue puesto a disposición de la Ertzaintza, cuerpo encargado de la investigación del doble crimen, quien le detuvo.

Los cadáveres de las dos víctimas fueron trasladados al Instituto Anatómico Forense sobre las 14.00.

Vecinos de los bloques de viviendas cercanos al lugar en el que ocurrieron los hechos se mostraron sorprendidos por este doble crimen. En declaraciones a la agencia Efe, varios de ellos describieron al presunto autor como una persona «tímida», al que no se le conocían amigos, que siempre estaba con su padre y su hermano. Otros aseguraron que se trataba de una familia «estupenda, trabajadora, normal y agradables», por lo que dijeron no entender qué podía haber pasado. Además, un vecino del mismo portal explicó que había estado en casa durante la mañana y que no había oído ningún «chillido» ni «jaleo» que hubiera podido presagiar lo que estaba ocurriendo.

El presunto autor de los hechos cumple hoy la mayoría de edad. Por ello, está previsto que se envíen las diligencias policiales a la Fiscalía de Menores de Bilbo porque ayer todavía tenía 17 años, según explicaron desde el Departamento de Interior del Ejecutivo de Lakua.