No deben seguir ni un minuto más en prisión
Arnaldo Otegi y el resto de los militantes independentistas que están siendo juzgados en el «caso Bateragune» hablaron de forma clara, nítida, como seguramente muchos de los asistentes a la vista no estaban acostumbrados a oír. Pusieron negro sobre blanco todo lo referente al debate abierto en el seno del sector político y social al que pertenecen, detallando el qué, el quién, el cómo, el cuándo y el porqué de ese debate, y en la propia sala se admitió que las explicaciones fueron más allá de lo esperado. Imposible argumentar falta de claridad o de contundencia. Los ocho encausados asumieron hace años la tarea de lograr que la izquierda abertzale se implicara de lleno en una estrategia pacífica y democrática, y en esa labor se encontraban cuando fueron detenidos. Algunos quisieron que su trabajo fuera baldío y que sus reflexiones no tuvieran eco. Fallaron, y esas mismas reflexiones, asumidas ya por los suyos, han llegado ahora hasta Madrid, donde son juzgados por haber participado en esa apuesta.
Lo que quedó claro ayer es que si algo pretendieron entonces era abrir una transición entre un escenario de enfrentamiento descarnado y de bloqueo político a otro de democracia y paz. «Si apostar por una estrategia de corte pacífico y democrático es delito, somos culpables; si no, somos inocentes», argumentó el portavoz encarcelado de la izquierda abertzale. Es consciente de que para algunos sectores del Estado español sí es motivo de castigo el apostar por la democracia y la paz, sectores políticos y mediáticos que exigirán condenas y castigos para quien ofrece solución. Pero la verdad, ahora también en la Audiencia Nacional, ha quedado a la vista de todo el mundo, más desnuda que nunca.
La izquierda abertzale ganó hace tiempo la batalla de la credibilidad en Euskal Herria, y ayer seguramente la ganó entre todos aquellos que atendieron a sus palabras con la misma honestidad con la que fueron dichas. Arnaldo Otegi, Arkaitz Rodríguez, Sonia Jacinto y Miren Zabaleta no deben permanecer ni un minuto más en prisión, y tanto ellos como sus compañeros deben ser absueltos de unos cargos que son cada vez más insostenibles.