En el tobogán de las subidas y bajadas de temperatura, con los noticiarios repletos de imágenes históricas, como es el juicio en la Audiencia Nacional a Arnaldo Otegi y sus compañeros que se está convirtiendo en una plataforma de discursos políticos de primer orden, de bastante mayor interés general que el paripé que se realiza en el Parlamento español con las mismas cansinas consignas, tan repetidas y tan vacías, que solamente pueden provocar sofoquinas sobaquinas. Estos políticos de rebajas, rebajan el tinto de verano.

Ahí, en medio de tantas retóricas, de tanto asunto larvado, de esas siempre iguales y siempre diferentes crónicas sobre las temperaturas máximas, las olas de calor, las alertas amarillas y demás asuntos, se cae una noticia de un gran calado político, y es que Renfe ha suprimido el llamado Ave manchego debido a su baja utilización, con una media de nueve pasajeros por día, con pérdidas de más de dieciocho mil euros diarios, simplemente por la explotación, ya que aquí no se cuenta los miles de millones de euros que costó hacer esos ramales, esas paradas obligatorias sin sentido, esos caprichosos concedidos al que era presidente de las Comunidades de Castilla y La Mancha, el enriquecido caballista señor José Bono.

Nueve pasajeros de media más que una ridiculez, es un despropósito político. Económicamente es una barbaridad y demuestra que se han hecho estas infraestructuras pensando en el gasto, es decir, en el dinero que mueven, cantidades inconmensurables de dinero público, que van a manos privadas, que alimentan focos de corrupción y que no responde a ningún estudio previo de viabilidad, ni de necesidad, sino de un capricho político, de una idea absurda del progreso como sinónimo de grandes y carísimas infraestructuras, aunque sean, como se ha comprobado, algo muy alejado de lo que requiere la sociedad y los tiempos. Este caso que ahora mencionamos no será único. Por ello, allá dónde se pueda evitar daños de esta consideración, lo bueno es volver a revisar todo, pongamos que hablo del AHT, o con nombre más comprometedor de ruina, Y «griega» vasca. De nueve en nueve, con una furgoneta basta.