José Luis Bilbao encara su tercer mandato al frente de la Diputación vizcaina y pretende estar otros cuatro años en responsabilidades forales, y ya van 26, con la exigua mayoría que le otorgan los 22 junteros del PNV, ya que hubo 16 votos en blanco -los de los apoderados de PSE y PP- y 12 para la candidata de Bildu, Zuriñe Gaintza. Tras la segunda votación, Bilbao fue proclamado diputado general por la presidenta de las Juntas Generales, la también jeltzale Ana Madariaga, en torno a las 18.50. Las primeras felicitaciones las recibió del portavoz de su grupo, Unai Rementeria, y de su adversaria. Posteriormente, juró su cargo bajo el emblemático roble de la villa foral.

La dilatada sesión de investidura en la Casa de Juntas sirvió para constatar que los jeltzales tendrán que hacer un esfuerzo para aclarar su programa de gobierno y así lograr tejer alianzas, aunque en el eje central, tal y como se lo recordó en su intervención de la tarde su oponente, estará si definitivamente optan por la construcción nacional y social de Euskal Herria desde Bizkaia o siguen los dictados de los gobiernos españoles, sean controlados por el PSOE o por el PP.

Joseba Gezuraga, portavoz de Bildu, fue meridianamente claro en su intervención de la mañana al subrayar que se confrontaban dos candidatos y dos modelos: el «administrativo» defendido por José Luis Bilbao, y el del cambio político y social, desgranado en la primera intervención de la sesión de investidura por su compañera.

Gaintza inició su discurso programático recordando que el PNV le excluyó de la Mesa de las Juntas Generales. «En Gipuzkoa y en Araba hemos propiciado acuerdos entre todos los grupos. El PNV tendrá que explicar por qué aquí, en Bizkaia, ha apostado por arrinconar a Bildu», enfatizó la candidata, quien remarcó la apuesta de la coalición «por hacer política de otra manera, no sólo para decidir como pueblo, sino también para debatir y decidir sobre lo que ustedes denominan proyectos estratégicos».

No faltaron las referencias a la superación del conflicto político, a que finalice «la cruel e inhumana política penitencia» y la tortura y a que se legalice a Sortu. Además, instó «a que se dé fin al juicio político» que se sigue en Madrid contra ocho independentistas por el «caso Bateragune».

Cambiar de prioridades

A partir de esas reflexiones y su insistencia en «dar los pasos para la superación del conflicto y lograr un escenario que reconozca todos los derechos para todas las personas», la candidata de Bildu defendió que deben cambiarse las prioridades de la Diputación, pasando de una política «basada en grandes infraestructuras y en la proliferación del cemento y el ladrillo, a otra que responda a las necesidades sociales, que cree empleo de calidad y en todos los ámbitos, que ponga límites a la degradación ambiental del territorio y que impulse el desarrollo equilibrado e integral de todas las comarcas».

En su discurso no se obvió la necesaria reforma social, de la que el PNV no quiere ni hablar por el momento y que el PP desea acometer para bajar los impuestos, la constitución de una ponencia sobre la pobreza en el herrialde y abordar un debate en profundidad sobre la gestión de los residuos para dar marchar atrás en una política fundamentada en la incineración

Antes, Zuriñe Gaintza consideró que las instituciones forales eran las grandes desconocidas de las vizcainas y vizcainos por la «burocratización» y «el modelo institucional impulsado por el PNV, que obstaculiza e impide que la ciudadanía pueda enterarse de lo que acontece verdaderamente aquí [en referencia a la Cámara] y en Diputación y pueda, en su caso, participar en las mismas».

A su vez, el candidato a la reelección por el PNV, consciente de la fragilidad de su futuro gobierno, dijo estar dispuesto a llegar «a acuerdos puntuales, programáticos o estratégicos, en lo concreto y en lo genérico, en lo sectorial y en lo particular». Además, avanzó que su próximo gabinete contará con dos departamentos menos -serán ocho-, 21 direcciones generales -siete menos-, habrá 25 altos cargos menos y suprimirá la agencia DEMA y el Instituto para la Sostenibilidad de Bizkaia. Más tarde, Gezuraga le achacó que se disuelva una entidad foral que ayuda a empresas familiares y que cuenta con 35 trabajadores indefinidos, situándolo en el poco apoyo al aprendizaje y la formación.

José Luis Bilbao reclamó un «gran acuerdo» en el ámbito de los servicios sociales, «en concreto, en lo referente a la financiación del gasto público para mantener la garantía de prestaciones vinculadas al envejecimiento y la dependencia», aunque ni palabra de cómo piensa hacer frente a ese reto sin acometer una reforma fiscal.

Luego, dijo que no la contemplaba porque el Ejecutivo español no lo hace y las grandes fortunas y empresas pueden deslocalizarse, evitando hacer referencia a que esto ya sucede en Bizkaia. Su fórmula es revisar todos los programas de gasto.

Ni una palabra de proyectos emblemáticos para esta legislatura, tras los fiascos de Habidite o el plan foral de vivienda de Bizkailur, y menos del Guggenheim de Urdaibai. En Busturialdea, donde el proyecto jeltzale pierde respaldos en municipios elección tras elección, propuso la puesta en marcha de un plan integral para revitalizar la comarca, con el objetivo de «sumar esfuerzos para la recuperación económica de una zona muy especial». Demanda repetida por diferentes agentes y que no acaba de materializarse.

«Sumando esfuerzos, proyectos y propuestas. Sin apriorismos -enfatizó el ya diputado general-. Sin negaciones previas. Apartando el no por el no. Sin buscar rentabilidades políticas cortoplacistas, abierto a la participación de todas las entidades, públicas y privadas, para generar la actividad económica. Para que en Urdaibai haya presente y futuro».