El presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, pronunció ayer su último discurso en un debate sobre el estado de la nación con tono de despedida y centrado en la defensa de las reformas que ha llevado a cabo ante la crisis, como la reforma laboral o del sistema de pensiones. Las justificó afirmando que «no se trata de un esfuerzo ciego al servicio de una determinada ortodoxia económica o impuesto desde fuera».

Además, Rodríguez Zapatero afirmó que «hay tarea suficiente para los meses que quedan por delante», dejando claro su deseo de continuar con la legislatura, pero sin precisar si las elecciones generales serán en marzo. En esos «meses» se mostró dispuesto a seguir con las reformas, -entre ellas mencionó la reforma laboral- afirmando que llegará «tan lejos como sea aconsejable» para salir de la crisis, aunque «sin romper equilibrios sociales básicos», para lo que pidió colaboración a todos los grupos parlamentarios.

Mirando a los escaños de los grupos del PNV y CiU, agradeció «la lealtad» de estos grupos al apoyar las reformas como la laboral, las pensiones, o la negociación colectiva. El presidente ofreció en sus datos económicos un panorama de esperanza de crecimiento.

Rajoy pide elecciones

El líder del PP Mariano Rajoy contrapuso en su discurso un diagnóstico muy negativo de la situación de la economía, ante lo que no vio otro camino que convocar elecciones. El adelantamiento electoral fue el eje del discurso de Rajoy para acabar con el «calvario estéril» y la «lenta agonía» que observa en la evolución económica; En su opinión, «lo que necesita España es que se abran las urnas y que los ciudadanos puedan escoger, no tanto quién les gobierna, sino a quién trasladan esa confianza que el Gobierno ha malgastado», afirmó

Sin propuestas

Pero el líder del PP evitó plantear propuestas concretas, lo que fue aprovechado por Zapatero para elevar el tono y definir a Rajoy como «el perro del hortelano» que «ni apoya ni propone nada». Le acusó de carecer de criterio «ni programa para decir qué reformas quiere», sin proponer «nada de nada», al margen de la insistencia en la convocatoria electoral.

Y si Rajoy había expuesto los malos datos de la economía española, Zapatero le acusó de que su estrategia consista en «desear que las cosas no mejoren para ver si así mejoraba usted». Fue más allá al reprocharle que hubiera falseado «a sabiendas» los datos de riqueza, desarrollo y deuda del Estado español.

Ambos líderes se enzarzaron al discutir sobre la herencia que va a dejar el actual presidente, una vez que Rajoy vio «lógico» que Zapatero «esté de los nervios» ante la perspectiva de que quien recibió la «mejor herencia económica» de la democracia deje «la peor» de todas. Para contestarle, el jefe del Gobierno puntualizó que el PP le pasó como herencia «muy baja productividad y mucho ladrillo» y confesó que se arrepiente es de no haber «pinchado» la burbuja inmobiliaria en 2004, reconociendo no haber hecho nada en ese sentido porque era «muy difícil». Igualmente, admitió que las actuales cifras de paro son «inasumibles».

Finalmente, el presidente afirmó que no le gustaría pensar que «en lo único que nos parecemos a Grecia es en la oposición», e insistió en reclamarle respaldo para nuevos ajustes porque «las reformas de hoy corrigen los excesos de ayer y son la garantía de la prosperidad de mañana».

Por su parte, el portavoz de IU, Gaspar Llamazares, pidió a Zapatero que se someta a una moción de confianza y le advirtió de que si prosigue con su política económica, la previsión es «muy fácil: continuará el estancamiento», los ajustes se alargarán y la gravedad de la crisis se profundizará«.

El portavoz de CiU, Josep Antoni Duran Lleida, propuso un pacto de fin de legislatura que incluya tres cuestiones básicas, incluido el empleo, y que tenga como compromiso la convocatoria de elecciones «de inmediato», en otoño.