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El PCCh atraviesa «dificultades de crecimiento» en su 90 aniversario

90 años han pasado desde que un grupo de intelectuales fundara en Shangai el PCCh. Casi un siglo lleno de convulsiones, pero que la organización política celebra en la cúspide del poder de la segunda potencia del planeta, lo que alimenta los problemas de legitimidad, como el de la sangrante corrupción. El propio presidente chino, Hu Jintao, reconoce los retos y los engloba en los «problemas de crecimiento» de un partido con 80 millones de militantes.

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Dan MARTIN

El Partido Comunista Chino (PCCh), que conmemora este mes el 90 aniversario de su fundación, hace frente a «dificultades de crecimiento», en palabras del presidente, Hu Jintao, en referencia tanto a sus dimensiones como a la corrupción, que el régimen teme podría conducirle a una pérdida de credibilidad sin retorno entre la población.

En su reciente intervención ante los responsables del partido y miles de delegados reunidos en Pekín en el Palacio del Pueblo, en la Plaza de Tiannanmen para celebrar la efeméride. señaló que «el partido debe mantenerse y prosperar en medio de cambios profundos en el mundo y en la situación nacional; tenemos que hacer frente a numerosos problemas y desafíos nuevos a fin de mejorar el liderazgo del partido y reforzar su capacidad para resistir a la corrupción y a otros riesgos», señaló, para abundar en que «la lucha contra la corrupción se ha convertido en crucial y el reto sigue siendo arduo» porque «está en juego el apoyo y la confianza del pueblo en el partido».

El sistema centralizado por el que el partido nombra a todos los escalones responsables de un país con 1.340 millones de habitantes está pervertido por «un alto grado de corrupción que incluye un verdadero mercado de compraventa de los puestos convocados», explica Richard McGregor en su obra «El Partido, el universo secreto de los dirigentes comunistas chinos». «Mucha gente tiene en buena opinión a los altos dirigentes, pero no tiene confianza en los gobiernos y responsables locales». matiza Hu Xingdu, del Instituto de Tecnología de Pekín.

80 millones de miembros

Considerado por muchos como un ascensor social, el partido acaba de anunciar que ha superado la cifra de 80 millones de miembros, y un cuarto de ellos tiene más de 60 años. Busca en los últimos años reclutar personas cualificadas y jóvenes, sobre todo entre los estudiantes. La gran mayoría de los convocados acepta la oferta, por convicción, política o de que es una oportunidad inmejorable para el ascenso en la escala social. Como señala algún analista nada sospechoso de sinofobia, «el PCC se ha convertido en el medio principal e indispensable para hacerse un hueco en el mundo del poder y del dinero, no sólo a escala china, también global».

El presidente chino reiteró, en este sentido, un llamamiento a la juventud, «que representa el futuro tanto de China como de su pueblo, y por tanto, el futuro y la esperanza del partido».

Hu evocó asimismo la democracia y la participación del pueblo en las decisiones pero en el marco de «la estabilidad» y bajo «el control del partido». Un partido que ha convertido este aniversario en un ejercicio masivo de propaganda, que incluye el estreno de decenas de películas que realzan la figura de Mao y todo tipo de fastos, y que se ha hecho coincidir con la inauguración del TAV Shangai-Pekín y del puente más largo del mundo (36,48 kilómetros) en la bahía de Jiazhou (norte del país).

De la reunión de Sanghai de 1921 a la Quinta Generación de 2012

El PCCh, la formación comunista que no sufrió la debacle del llamado «socialismo real» de la URSS en los años noventa y dirige actualmente los destinos de la segunda economía mundial, fue fundado hace 90 años por una docena de intelectuales, entre los que se encontraba el que luego sería el Gran Timonel que lideró la revolución y los primeros 30 años de República Popular China, Mao Zedong.

El partido conquistó el poder en 1979 tras varios decenios de guerra de liberación nacional contra el colonialismo occidental y el imperalismo japonés. Durante esos casi 30 años de lucha, protagonizó alianzas y dos guerras civiles con los nacionalistas pro-occidentales del Kuomintang, que tras el triunfo de la revolución se refugió en Taiwán.

El periódo en el poder de Mao estuvo caracterizado por saltos adelante y marchas atrás que incluyeron procesos traumáticos de colectivización de la economía y purgas internas.

Como recuerda un experto en política china, Xulio Ríos, en un artículo publicado en la web de «Rebelión» (Los 90 años del Partido Comunista Chino), una reciente historia oficial del período 1949-1978 «abunda en el reconocimiento de algunos errores del pasado, en especial en el Gran Salto Adelante, incluyendo `la disminución del censo de población en diez millones de personas'».

Lejos quedan aquellos tiempos, más cuando se han cumplido 30 años de «reformas y apertura» iniciados por Deng Xiaoping, y que ha tenido continuidad con Jiang Zeming y Hu Jintao. Ríos no excluye, entre los motivos del fervor de las conmemoraciones, «la necesidad de asegurar un aterrizaje suave y sin contestación a la Quinta Generación», que asumirá el poder en 2012. GARA

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