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Cuarenta años después, Jim Morrison sigue vivo en Pére-Lachaise

El cantante de The Doors fue hallado muerto en la bañera de su casa parisina hace ayer cuarenta años. Su tumba, en el cementerio de Pére-Lachaise, siempre está llena de flores. Ayer, también de nostálgicos.

G. LEMARCHAND y B. REY-AFP | PARÍS

Vestidos con camisetas en su honor, los fans se arremolinaban ayer alrededor de la tumba del mítico cantante, fallecido a los 27 años. La sepultura, protegida por unas barreras, aparecía repleta de fotos, poemas, flores, velas y todo tipo de objetos. Barras de incienso lanzaban su olor característico como signo de devoción al personaje y los visitantes permanecían en silencio en actitud de recogimiento durante largos minutos. Era un continuo ir venir de gente. Todas las generaciones estaban representadas, pero, de los cientos de personas presentes, la mayoría no había nacido cuando el cantante se encontraba en la cúspide de su gloria. «Su música, sus letras, sus mensajes, todo sigue de plena actualidad en lo que respecta a Jim Morrison», dice Vanni della Zanna, un treintañero italiano que está en el cementerio con sus amigos.

«Tenemos nostalgia de una época que no hemos conocido», confiesa Anthony Thomas, de 17 años, llegado de la periferia parisina. Su compañero, de su misma edad, Corentin Naveau, reconoce «estar fuera de onda» respecto a su generación; la época de Morrison le atrae.

Condenado en EEUU por «exhibición indecente», Jim Morrison se exilió a París la primavera de 1971. Separado de su grupo, llegó acompañado de su novia Pamela Courson, con la intención de dedicarse a la poesía. Pero la salud del antiguo sex symbol, a la sazón alcoholizado y obeso, se deterioró rápidamente. La mañana del 3 de julio, fue hallado muerto en la bañera de su casa de París. Según la Policía, sufrió un ataque al corazón. Fue enterrado el 7 de julio en el cementerio de Pére-Lachaise, donde reposan importantes nombres de la cultura de todos los tiempos.

El homenaje al cantante se ha convertido en un hábito para algunos. «Vinimos también en el treinta aniversario. Y también lo haremos cuando se cumplan cincuenta», asegura David Martin, un treintañero italiano. «Estoy aquí cada año, cada 3 de julio», dice Eugen Majar, un rumano de 29. Acaba de conocer a Julien Lapierre, de 27 años, llegado de Tours (centro del Hexágono). Ambos coinciden en que las palabras de Morrison «siguen teniendo sentido hoy en día».

Eric y Pascale Vermeulen, 49 y 45 años, viajaron desde Bélgica con su hijo de dos años. «No podíamos perdernos esto», sonríe ella mientras señala a su marido: «Jim Morrison es Dios para él. En nuestra casa, los Doors están en todos lados. En nuestra habitación, no hay imágenes de los niños, sino de Jim».

Tributo del grupo

Algunos pudieron ver a Ray Manzarek y Robby Krieger, guita y teclista de The Doors respectivamente, quienes tenían programado un concierto para anoche en la sala parisina Bataclan de París, y que acudieron a rezar al cementerio por la mañana. «Fue muy emocionante, la gente lloraba. Todo el mundo les aplaudió», narra Catherine Dalençon.

Hace cuarenta años, sólo cinco personas asistieron al funeral de Jim Morrison. La noticia de su muerte no se confirmó oficialmente hasta dos días después. Hoy en día, su muerte sigue envuelta en el misterio. A pesar del historial de Morrison, no se practicó autopsia alguna a su cuerpo. ¿Paro cardiaco? ¿Sobredosis? ¿Complot de la CIA? Los diferentes teorías existentes siguen siendo objeto de extensos debates en Internet.

La tesis oficial es la mantenida por Pamela Courson, quien dijo que el cantante murió esa noche en su casa. Pero la joven ofreció versiones diferentes y contradictorias en diferentes ocasiones, hasta que murió de una sobredosis cuatro años más tarde.

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