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Final manomanista en Bilbo

Una txapela con alma

La que Xala se caló ayer en su cabeza por vez primera no fue una txapela más, fue una txapela con alma, sentimiento, pasión, riesgo, emoción y calidad, mucha calidad, que puso la guinda a un Manomanista de guión de Hollywood. Un gran Aimar Olaizola le dio además lustre a la mejor final en años y lo mejor es que, por encima de todo, ganó la pelota.

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OLAIZOLA II 19

XALA 22

Jon ORMAZABAL | BILBO

Tras los duros golpes recibidos para su credibilidad, la pelota necesitaba una respuesta contundente para recuperar su crédito y Xala, y también Aimar Olaizola, se encargaron ayer de proporcionarle ese soplo de aire fresco para que el Manomanista recupere el resplandor perdido, con una de las mejores finales de los últimos tiempos.

Si rectificar es de sabios, entre los gestores empresariales debe haber varios de ellos, porque prescindir de una final como la de ayer era un lujo que la pelota actual no se puede permitir. La espera mereció la pena y la final de ayer tuvo todos los ingredientes, emoción, ritmo, alternativas en el marcador, riesgo y una exhibición final de ganchos al ancho por parte del lekuindarra para guardar en video.

Cuando todo parecía decidido, con 17-10 en el marcador a favor de Olaizola II, Xala decidió que tanto esfuerzo y lucha fuera de las canchas merecían otro final, decidió arriesgar. En el 17-12 comenzó a sacar desde la pared al ancho, los astros se alinearon como sólo suele suceder en contadas ocasiones, y el lapurtarra inició una remontada épica.

Como si hubiera puesto una equis a dos centímetros de la línea del ancho, desde cualquier posición el lapurtarra colocó todas las pelotas a esa distancia a la que le resultaba imposible llegar a Olaizola II, y llevó el delirio a unas gradas del Bizkaia que, definitivamente, se decantaron por el pelotari de Aspe.

Tras toda la vorágine de declaraciones, ruedas de prensa, críticas y demás polémicas, se esperaba que desde el primer tanto Xala iba a mostrar esa rabia que tanto se le ha echado en falta en las grandes citas.

No fue exactamente así, porque el lekuindarra parecía incluso más pausado que lo habitual pero, con el saque como buen aliado, manejó bonitas rentas, que llegaron a ser hasta de cuatro tantos cuando se colocó 5-9 tras una bonita dejada al txoko.

Aimar, siempre en su sitio

Sin embargo, el arranque de partido -jugado a fuerte ritmo- no respondió muy estrictamente al nuevo patrón de juego que se ha instalado en el Manomanista, ya que a ambos les costó responder a los saques de aire y los tantos eran bastante peloteados. Pero para ganar una final a Aimar hay que jugar mucho.

El de Goizueta, siempre en su sitio tanto fuera como dentro de la cancha, es de los que nunca regala lo más mínimo y decidió dar un golpe de timón. Una vez recuperado el saque, apostó por el saque-remate y la jugada le salió bien, ya que consiguió la iniciativa en el marcador con un parcial de 9-0 que dejó el electrónico en un 14-9 y luego en un 17-10 que parecía encarrilar la final de su parte.

Cuando no podía poner en práctica la estrategia del remate tras el resto, el de Asegarce acertó a tener a Xala pegado a la pared izquierda, con lo que su capacidad ofensiva quedaba muy mermada, ya que todos sus remates eran irremediablemente al ancho, y esa parcela ta tenía muy bien cubierta el navarro, que volvió a demostrar que lo de su lesión está completamente olvidado y se lanzó al ancho cuando la ocasión lo requería.

Gancho a gancho

Creer en la remontada, mucho más ante un pelotari como Aimar Olaizola que, fiel a su estilo, sólo cometió dos errores en juego en toda la final, parecía una utopía, pero también pensábamos lo mismo de su presencia ayer en Bilbo tras aquella rueda de prensa en Irun y Xala fue el que más creyó en ello.

El ganchazo al ancho que metió en el 17-12 despertó a la bestia que tanto tiempo había dormido en el interior de Xala. El tantas veces apático pelotari lekuindarra gesticuló y celebró el tanto como nunca y, a partir de ese instante, nadie pudo frenarlo. Tuvo un tropiezo en el 18-14, cuando mandó bajo chapa una pelota meridianamente clara, pero, como otro error, en este caso de aire que supuso el 19-20, no fue más que un pequeño obstáculo en su camino a la gloria. El pelotari apocado de muchas tardes mutó en el Xala más agresivo que se recuerda, comenzó a encadenar ganchos y voleas milimétricas desde cualquier posición, y la temperatura de las gradas de Miribila fue creciendo, llegando al punto de ebullición en el empate a 18, un tanto de sólo tres pelotazos, ¡pero qué tres pelotazos!

Las gradas, que se dieron cuenta de que estaban presenciando uno de esos partidos para el recuerdo, que sólo se dan en contadísimas ocasiones, se decantó ya sin ningún ambage a favor de Xala y el partido no podía tener otro final.

Aimar Olaizola no le perdió la cara al partido en ningún momento, pero se vio superado como poquísimas veces se ha visto en un frontón. Porque, por mucho que Xala sea uno de los pelotaris técnicamente más sublimes, sus ganchos adquirieron una precisión milimétrica que parecía por momentos fuera de cualquier lógica estadística.

Pero un Manomanista tan atípico no podía tener un final normal, y todo el frontón entendió que era el día de Xala. Hablar de justicia poética puede ser cursi y facilón, pero algo de eso hubo en una final que ensalzó a la pelota como deporte, y a los pelotaris como deportistas.

El primer Manomanista de Ipar Euskal Herria

Al margen del éxito personal que supone para Xala, tras dos intentos fallidos ante Martínez de Irujo en 2004 y 2010, y además en una edición en la que ha tenido que lidiar situaciones tan complicadas como una operación de apendicitis y todo el lío en que derivó tras la idea inicial de las empresas de no esperarle para la final, la txapela de Xala lleva consigo un gran hito dentro del mundo de la pelota al norte del río Bidasoa.

Y es que, con su título de ayer, el delantero de Lekuine se convirtió en el primer pelotari lapurtarra que consigue la txapela más preciada, la del Manomanista. De esta manera, Lapurdi se iguala a la Comunidad de La Rioja, que cuenta con el título que Barberito I se enfundó en 1953, después de que Miguel Gallastegi renunciara a disputar la final por discrepancias económicas con la Federación Española, y por el cambio de celebrar el torneo anualmente y no cada dos años como hasta entonces.

Nafarroa, con 41 txapelas, es el líder indiscutible en este ránking, seguida por Gipuzkoa, con 13, Bizkaia, con 9, y Araba con las dos de Ogeta.

El camino para los trinquetistas en la pared izquierda lo abrió Panpi Ladutxe con sus txapelas junto a Joxean Tolosa en el Parejas de 1987 y 1989, y el propio Xala y Sebastien Gonzalez -sus dos alumnos más aventajados- profundizaron en él. Gonzalez consiguió el primer título individual con el Cuatro y Medio de 2009, y Xala contaba con tres Parejas, 2002, 2007 y 2010, pero el Manomanista de ayer es el más importante de todos. J.O.

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