Cada día que pasa, el escándalo originado en torno a las negociaciones entre el PNV y Ezker Batua en Araba y la lista de peticiones que los representantes de esta coalición presentaron a los jeltzales, es cada vez más grande. Y las explicaciones que están dando los protagonistas no hacen sino empeorar la situación. Kontxi Bilbao admitió ayer las acusaciones realizadas por Xabier Agirre, aunque sostuvo que su bochornosa propuesta fue «retirada», un argumento insostenible y que, aunque fuera cierto, que es mucho decir, no resta gravedad a lo sucedido. Como grave es escudarse en que la maniobra «no es ilegal» o que es algo habitual en este tipo de negociaciones. Si esto fuera cierto, la dimensión del escándalo sería incluso mayor, y en ningún caso puede utilizarse para limitar responsabilidades.

Por su parte, las dos junteras de EB, que el jueves desmintieron al candidato del PNV y amenazaron con acciones legales, han quedado totalmente desautorizadas. O mintieron entonces o desconocían los términos en los que se negociaba su voto. Cualquiera de las dos opciones les deja en muy mal lugar y, por honradez, deberían pensar en dimitir de inmediato.