Amparo LASHERAS | Periodista
Las cárceles no ahogan la Historia
Las últimas declaraciones de Alfredo Pérez Rubalcaba, efectuadas al hilo de la detención del presunto ex militante de ETA Eneko Gogeaskoetxea en Cambridge, contienen un ramalazo de wenstern justiciero. «Allí donde estén, allí donde vayan habrá un policía de cualquier nacionalidad y siempre habrá un policía nacional o un guardia civil». Que es igual que decir, les buscaremos bajo tierra, les perseguiremos eternamente. Las puertas se han cerrado y tras ellas llenaremos las cárceles de terroristas. ETA no debió de existir y hay que cambiar la historia, reescribirla con el maniqueísmo de los que fueron buenos contra las ideas que siempre fueron malas por querer liberar a Euskal Herria de un estatus político y social, inmerso en España y en el capitalismo. En las películas, era el momento en que la cámara se alejaba del cowboy y la música dominaba las pantallas; el instante en que se castigaba a la historia contada, con un final que nunca fue el verdadero. Pero los procesos históricos no son películas de la Metro ni propaganda de la Cifesa de Franco. Constituyen los pasados, presentes y futuros que modelan el porvenir de los pueblos y cimentan sus realidades. Es a partir de ellas y de sus conflictos inacabados donde sobresale la verdad de la Historia y de los que la vivieron. ETA existe desde hace 50 años. Su presencia y sus debates ideológicos en la búsqueda de la formulación de una izquierda independentista que diera respuesta a los problemas de su tiempo han contribuido a que el presente de este pueblo sea el que es. Guste o no, se reconozca o no, es así. La persecución y la cárcel no ahogan la Historia, son el testimonio.