ENSAYO
Palabras silenciadas
Iñaki URDANIBIA
Quien no participe en el karaoke orquestado por los dueños del micro se queda sin voz y se marginan sus ideas, tachándolas de asociales cuando no de algo más insultante. Existen verdades, aunque de hecho sean mentiras, que son construidas para que sirvan de cemento social, mientras que existen verdades que la verdad oficial tacha de mentiras, cuando responden a la realidad de las cosas o de los hechos. Podría distinguirse entre verdad con mayúsculas o con minúsculas, del mismo modo que los monopolizadores del cotarro hablarán de la verdad en singular frente a la flotación plural de verdades. Precisamente es a ese orden de cosas al que hace referencia el ensayista norteamericano con el título de su obra, porque las salpicaduras de las «sucias verdades» hacen tambalear el brillo de los sepulcros que constituyen la supuesta realidad, la supuesta verdad que ponen en pie los vendedores de exitosos humos del inigualable american way of life.
Michael Parenti no oculta sus intenciones y a la primera de cambio, es decir en las primeras páginas, arroja unas cifras que echan por tierra ese paraíso que habitualmente se vende, a modo de Disneylandia generalizada, y no comete necedad alguna ya que, aunque amarga, suelta la verdad sin remilgos: «Una exposición a las ideas y la información que aquí se incluyen supondrá, eso espero, un alejamiento refrescante de la papilla ideológica predominante con la que se nos alimenta una y otra vez sobre asuntos como la pobreza y la riqueza, el fascismo y los mercados libres, los medios y la cultura o la conciencia y el poder de clase» y lo logra con creces al ir desgranando los distintos aspectos nombrados con apabullantes datos, ejemplos, casos y cosas. Frente a la papilla del fast food dominante en las despensas de la alimentación ideológica, Parenti nos suministra la alimentación auténtica de la crítica que, cual infatigable viejo topo, orada las montañas de las certezas impuestas por los aparatos de deformación ideológica. Como señalase uno que de estas cosas y de muchas otras sabe un montón, Noam Chomsky, si existiese un dictador fascista racional elegiría el modelo yanki, ya que logra poner en la cabeza de cada cual un policía, un comisario, un predicador de las maravillas locales que, por otra parte, han de ser exportadas al mundo entero.
Un trabajo impecable y claro a más no poder, que saca a la luz las chapuzas que se organizan en todos los terrenos con tal de minimizar las posturas discordantes y desvalorizar las críticas sobre la penuria y la desidia respecto a los derechos sociales, ya sea en lo sanitario o en lo referido a la vivienda; desvela, a su vez, los lenguajes trucados con respecto al «terrorismo» y las distintas varas de medir dependiendo de los intereses que guían al Pentágono, o las historias de complot varias que se difunden con respecto a atentados políticos, como el de Kennedy; sin olvidar la denuncia de las labores ideológicas y académicas que intentan borrar del mapa a quienes se muevan contracorriente.