«Praileaitz se tiene que poner, más pronto que tarde, sobre la mesa»
Arqueólogo y escritor
Xabier Peñalver es doctor en arqueología y desde hace más de veinticinco años dirige excavaciones en yacimientos paleolíticos como Praileaitz I, en Deba. Compagina el trabajo de campo y la escritura y tiene más de quince publicaciones. Con la editorial Txertoa ha sacado un nuevo libro, «Dólmenes, Crómlech y Menhires», una pequeña guía para aprender lo básico sobre esos monumentos.
M. LARRINAGA | DONOSTIA
Xabier Peñalver tiene un afán divulgativo incansable. Desde 1982 viene publicando una serie de libros como «La Edad del Hierro. Los vascones y sus vecinos el ultimo milenio anterior a nuestra era» (Txertoa, 2008, ) o «Sobre el origen de los vascos» (Txertoa, 1999). Su última aportación es «Dólmenes, Crómlech y Menhires», una pequeña guía donde se ofrece la información básica sobre esos tres monumentos megalíticos. Aunque la presentación fue ayer en Donostia, Peñalver participará en la feria del libro de Donostia y firmará libros el domingo a partir de las 12.30. Además, el próximo jueves, hará una presentación abierta al público a las 19.00 en la librería donostiarra Elkar.
En su nueva publicación habla sobre dólmenes, crómlech y menhires. ¿Cuál es la diferencia entre ellos?
A pesar de que en el título del libro aparecen los nombres de esos tres monumentos, también se recopilan otros como las cistas y los túmulos. Cada uno de ellos tiene un periodo de utilización que, en algunos casos, coinciden unos con otros, pero en la tabla periódica que se añade, precisamente para aclararlo, se ve como el dólmen es el fenómeno más antiguo que conocemos y, el último, el cromlech, del último milenio anterior a nuestra era. Las construcciones son completamente diferentes, pero en ocasiones están deterioradas por lo que es más difícil reconocerlas. Lo más fácil de identificar, si está bien conservado, son los dólmenes; los cromlech; que son un círculo de tierra y, los menhires; que son piedras verticales. Pero también se trata de saber para qué servían y en qué momento y cómo se construyeron u otras serie de cosas que la gente, a lo mejor, al ver el monumento no sabe. Sólo sabe que son tumbas o enterramientos prehistóricos y eso es lo que intentamos, de una manera sencilla y con fotografías, aclarar en el libro.
Compagina el trabajo de campo con la escritura.
Compagino las dos cosas porque me parece que es importante. Todo trabajo de campo tiene que estar reforzado con una publicación. No hacemos nada si hacemos una excavación arqueológica y luego no lo publicamos. Es fundamental que cuando se ha hecho una intervención arqueológica o una investigación, quede por escrito porque sino solamente me quedo yo con los conocimientos y unas cuantas piezas en una caja de museo. También intento compaginar esa publicación, digamos científica de un nivel más complejo, con las de nivel divulgativo que puedan llegar a diferentes niveles. Este último libro es un caso sencillo de divulgación.
¿Se trata bien a la prehistoria?
A nivel de instituciones e investigación, yo personalmente soy bastante crítico. Me parece que en esa parte de la cultura habría que hacer un mayor esfuerzo por la investigación del patrimonio de nuestros orígenes. Soy crítico con que las inversiones muchas veces solamente van encaminadas a las intervenciones arqueológicas mal llamadas de urgencia, en las que se va a construir una carretera y no hay más remedio que hacer esa investigación. Pero los proyectos de investigación quedan en un segundo plano con inversiones que, en ocasiones, no cubren más que lo que es el transporte, bien el alquiler de un todoterreno, y la alimentación del equipo. Creo que hay que hacer un mayor esfuerzo para que las cosas cambien en un futuro esperemos que próximo.
¿La situación del yacimiento de Praileaitz I cambiará con la nueva Diputación de Gipuzkoa?
Espero que se vuelva a retomar el tema. La investigación la tenemos paralizada desde hace varios años; sin embargo, la actividad de la cantera continúa y es un tema que nos preocupa muchísimo. Creo que el tema de Praileaitz se tiene que volver a poner, más pronto que tarde, sobre la mesa.