Dentro del nuevo panorama ciclista internacional, el anglosajón es uno de los más emergentes, que ayer, en una jornada que debía ser tranquila, vivió su cara y cruz particular. Y es que, mientras el sprinter de la Isla de Man, Mark Cavendish, sumó un nuevo triunfo con el que adornar un palmarés al alcance de los elegidos, el Sky, potente equipo británico de reciente creación, se llevó un fuerte varapalo al perder a su líder, Bradley Wiggins, con aspiraciones cuando menos de podio, tras romperse la clavícula en una montonera a 38 kilómetros de meta.

Otro equipo de habla inglesa, el Radioshack estadounidense, fue el otro gran damnificado de la jornada, al perder definitivamente la superioridad numérica de aspirantes con la que arrancó la ronda francesa.

Sin un claro favorito al triunfo final, el amplio abanico de candidatos al Top-10 de que disponía le otorgaba una fuerza como bloque que ha perdido en apenas tres días, con el abandono de Brajkovic y el retraso que acumularon ayer Leipheimer y un Chris Horner que bastante hizo con terminar la etapa, tras verse involucrado en la misma caída que noqueó a Wiggins.

No hay día tranquilo

Como todo deporte, el ciclismo está lleno de tópicos, que muchas veces sirven para tratar de explicar aquello que se desconoce, y otras muchas van cargados de razones. En la primera semana del Tour siempre se habla de que no hay una etapa tranquila, y que en los primeros siete días nunca se sabe quién llegará de amarillo a París ,pero sí quién no lo hará, y ayer ambas máximas se cumplieron.

Y eso que, con un perfil completamente llano y la típica escapada -con presencia del Euskaltel Pablo Urtasun- formada en los primeros cuatro kilómetros, se intuía una jornada de relax. La fuga se fraguó al poco de alejarse del mítico circuito de carreras de Le Mans, escenario de «Las 24 horas», la prueba de resistencia automovilística más importante del mundo.

La responsabilidad de probar fortuna la asumieron el navarro Pablo Urtasun (Euskaltel), Mickael Delage y Gianni Meersman (Française) y Yannick Talabardon (Saur), pero estaban sentenciados de antemano. Entre el Garmin -que un día más se aplicó en la defensa del maillot amarillo de Thor Hushovd- y el HTC, los aventureros claudicaron a 12 kilómetros de meta. Una paliza de más de 200 kilómetros sin ningún premio.

Sin embargo, el viento y los nervios son factores inevitables en los primeros días de carrera y volvieron a desembocar en caídas. Efectivamente, no hay días tranquilos y, a 38 kilómetros de meta, se produjo la temida montonera que acabó con el británico Bradley Wiggins (Sky) en una ambulancia y limitó las aspiraciones de otro ramillete de aspirantes al podio.

El más perjudicado fue Chris Horner, que cedió más de doce minutos en línea de meta, después de tener que haber sido atendido en carrera por un fuerte golpe en su muñeca. El veterano estadounidense, que llegaba en un gran momento, fue el último de la etapa y habrá que ver qué consecuencias le deja este accidente que también hizo abandonar a Rèmi Pauriol (FDJ).

Sin que las consecuencias llegaran a ser tan graves, también se vieron implicados en esta montonera hombres importantes como Levi Leipheimer y Roman Kreuziger, los ganadores de etapa Tyler Farrar, Boasson Hagen, y otros ilustres como Uran o Popovych. Ninguno de ellos pudo reintegrarse al pelotón principal, que llegó partido a meta y con el grupo que integraba a estos corredores a 3.06 minutos de distancia.

En un final muy rápido, con el Leopard de los hermanos Schleck y Cancellara provocando abanicos que dejaran a algún favorito más en fuera de juego, el HTC montó su gran maquinaria del sprint, donde Cavendish aplicó la ley del más fuerte.

El «Expreso de Man» mostró su versión imbatible para seguir aumentando su cosecha de la temporada, en la que va cogiendo el hilo. Batió al italiano Alessandro Petacchi (Lampre) y al alemán André Greipel (Omega), su ex compañero en el Columbia y enemigo declarado.