Primero fue Bunyol y después Münich. El «Jai Day» organizado por Kukuxumusu no sólo traspasa fronteras, sino que en cada edición se marca un reto más ambicioso. En esta tercera, la cultura festiva de Nueva Orleans, recreada en el Mardi Gras que se celebra todos los años en la ciudad de Louisiana, recorrió las calles de Iruñea y se integró con el estilo sanferminero.

«Es un festival anual antes de Semana Santa, generalmente en febrero, que dura dos semanas y en el que cada noche hay un desfile con carrozas y bailes por las calles», explicó a GARA Arnie Fielkow, concejal y vicepresidente del Ayuntamiento de Nueva Orleans. Dicho y hecho. Un camión-carroza con un buen número de participantes y amenizado con el grupo Mr. Dixie Jazz Band partió de la calle Duque de Ahumada con la intención de reproducir lo más fielmente posible el espectáculo de la ciudad sureña.

Y con ciertas similitudes respecto al carácter popular de los sanfermines. También en Nueva Orleans los principales animadores de las fiestas son los krewes -el equivalente a las peñas-, asociaciones que el resto del año realizan trabajo social con niños, jóvenes o personas sin techo, y que, llegados sus particulares carnavales, trasladan esa misma capacidad organizadora a la calle. «Hay un rey y una reina en cada carroza, la cual representa alguna temática», en cierto modo algo parecido a lo que se reproduce en el Baztandarren Biltzarra.

Una lluvia de regalos

Mientras la carroza iruindarra del Mardi Gras, ataviada con iconos de Kukuxumusu y en el que no faltó la figura del toro azul Mr. Testis, repartía buen ambiente, además de regalos y collares de colores, Edurne Arrizibita, del departamento de Comunicación de la firma navarra, destacaba la consolidación del acto, que cumplió ayer su tercera edición.

«La idea es que la gente pueda conocer otras culturas festivas diferentes, no sólo mirarnos al ombligo sanferminero. En definitiva, celebrar el concepto de fiesta y cómo la entienden en otros lugares del mundo, siempre tratanto de pasárnoslo bien», describió.

Y el objetivo se consiguió, pues cientos de personas siguieron los pasos de la caravana a ritmo de jazz hasta su conclusión en el Paseo de Sarasate. Ahora sólo queda esperar al año que viene para ver qué otra sorpresa nos espera.