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TOUR 2011 El equipo norteamericano se ha quedado sólo con Klöden de las cuatro opciones que presentaba de inicio para la general

Chris Horner, la última víctima del gafe del Radio Shack

Aspiraba a subir al podio cuando sólo le faltan tres meses para cumplir los 40 años tras ser décimo en 2010. Llegó ayer último a meta y tiene difícil seguir.

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Joseba ITURRIA | CHÂTEAROUX

La desgracia que persigue a Radio Shack en las últimas tres etapas se saldó ayer con una caída de cinco de los ocho corredores que le quedaban en carrera tras al abandono por la rotura de clavícula de Brajkovic. Cayeron a 35 kilómetros de meta Horner, Leipheimer, Popovych, Zubeldia e Irizar y los peor parados fueron los dos líderes.

Leipheimer perdió tres minutos y ya está a 4:29 en la general. Horner llegó último a 12:41 y fue trasladado en ambulancia al hospital de Châtearoux, donde se le diagnosticó una conmoción cerebral, una fractura nasal y un hematoma en la pantorrilla. En función de cómo pase la noche, esta mañana se decidirá si puede tomar la salida.

Los percances motivan que en tres días Radio Shack se haya quedado con uno de los cuatro lideres que tenía, Andreas Klöden. El propio Leipheimer retiraba su candidatura en la meta tras sufrir su tercera caída en tres días: «El liderazgo es definitivamente para Klodi. Se le ve fuerte y ha rodado muy bien esta primera semana. Es genial en olfatear el lugar seguro en el grupo y está en forma. El líder es él y los demás le ayudaremos y buscaremos victorias de etapa y la general por equipos».

La víctima mayor fue Horner, que no perdía su sonrisa al charlar con GARA antes de la etapa de ayer pese a la caída del miércoles: «Las piernas están bien y sólo estoy un poco mal por la caída, pero contento por la forma con la que he llegado».

Fue el mejor Radio Shack del año pasado, décimo, posición que adquiere mayor importancia porque «la conseguí después de hacer mucho trabajo. Me tocó estar pendiente de Lance, de Levi, de Klöden.., de bajar a por bidones para ellos y protegerlos en las dos primeras semanas y de trabajar en la última para mantener la general por equipos y subir con los mejores. Después de todo eso terminé décimo, no logré el puesto porque me limité a buscarlo y a ir a rueda. Normalmente o trabajas al principio o estás bien al final, no puedes estar a tope al inicio, a la mitad y al final. Estuve todo el Tour trabajando para el equipo y es imposible hacerlo mejor. Tiene mucho mérito».

Esa actuación le ha llevado a ser uno de los líderes este año, galones que compartía con Leipheimer, Klöden y Brajkovic. No reclamaba que todo el equipo trabajara para él, le bastaba con tener libertad para disputar la general y pensaba que si el año pasado fue décimo tras desgastarse para el equipo, sin hacerlo podía acabar entre los cinco primeros e incluso aspirar al podio tras los favoritos Contador y Andy Schleck. Sobre ellos, Horner se posicionaba por Contador a pesar del tiempo perdido porque «le he visto muy fuerte, mientras que Andy me ofrece dudas. No le he visto con buenas piernas, lo veo menos fuerte que a Alberto, pero habrá que esperar a la montaña».

Un corredor especial

En ella no podrá brillar un corredor especial que ha alcanzado su mejor nivel cuando se acerca a los 40, que cumplirá el 23 de octubre. En los últimos dos años, además de ser décimo en el Tour, ha sido primero y segundo en la Euskal Herriko Itzulia. Además este año ha ganado una etapa y la general de California, segundo objetivo del equipo tras el Tour, y acabó cuarto la Volta a Catalunya.

A la hora de explicar cómo un corredor puede alcanzar su mejor nivel a los 39 años destaca que «ahora me cuido mucho, sobre todo en la comida. Antes comía hamburguesas, patatas... Ahora soy mucho más estricto en la alimentación y con eso he perdido dos kilos. Es lo único que he cambiado, también he ido a vivir a Denia (Alicante) para entrenarme con buen tiempo. Y tengo más confianza. Lo demás no he cambiado, entreno lo mismo, muchas horas, y me veo mejor que antes».

Además destaca que sus piernas han competido mucho menos que las de ciclistas más jóvenes: «Empecé a correr alguna carrera aislada con 15 años. Para mí la bici era un hobby que me permitía ir a la playa sin necesitar el coche y hasta los 20 no comencé a competir cada fin de semana. En Estados Unidos no se corría tanto, apenas había cien días de competición. Hasta fichar por Saunier con 34 años tenía un calendario muy selectivo en Estados Unidos y eso hace que no me haya quemado».

Además disfruta con la bicicleta porque «el ciclismo es fantástico, me motiva todo lo que lo rodea. Me lo ha dado todo. Mi novia corría en bici, era ciclista profesional, a la madre de mis hijos la conocí también por el ciclismo. Así que mis hijos son también gracias al ciclismo».

Transmite felicidad y es un hombre especial lleno de anécdotas, con un talento para este deporte que ha tardado en explotar porque en Estados Unidos no necesitaba cuidarse mucho para ganar carreras.

Sin embargo, Horner recuerda entre sus anécdotas su primera carrera en Europa: «Fue en 1996 en Alemania con la selección de Estados Unidos. Era un circuito pequeño con un repecho y pavés al que se daban vueltas. Corría todo el Telekom y me escapé con Heppner. Cada cuatro vueltas sonaba la campana y me sprintaba. En Estados Unidos se sprinta por primas y yo le dejaba a Heppner porque sólo quería esperar a la última vuelta, cuando yo sprinté y creía que ganaba en mi primera carrera en Europa. Me vino Heppner a decirme que no había entendido que era una carrera de puntuación y que ganaba el que más puntos sumaba en todos los sprints. O sea, pasé la meta primero, pero acabé segundo».

Muy valorado en Estados Unidos

Al año siguiente vino a Europa por vez primera al FDJ (1997-99), pero no se adaptó. Se sentía muy cómodo en Estados Unidos, donde ganaba carreras y es muy valorado: «Tengo un blog en el que escribo y los aficionados al ciclismo me siguen mucho, pero muy lejos de lo que representa Lance Armstrong. He estado dos años con él y todo era diferente. Siempre el autobús estaba rodeado de gente, necesitabas diez guardias de seguridad alrededor del autobús porque igual había mil personas en el Tour de California, con gente subida a los árboles para verle de cerca. Era una locura».

Pero al margen del fenómeno Armstrong, destaca la importancia que ha adquirido en los últimos años el Tour de California en el plano deportivo: «Es una vuelta grande, pero hasta este año no habían hecho ninguna etapa de alta montaña. Una carrera importante necesita jornadas de alta montaña, los sprint son espectaculares pero todas las personas van a ver la carrera a los puertos. Sin montaña no es una gran carrera. Este año han hecho dos etapas de alta montaña en Sierra Nevada y fue en ellas donde logré la victoria en la prueba».

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