Cuatro años después del estallido de la crisis, ésta se sitúa hoy en los mismos parámetros que entonces, sólo que en este tiempo ha conseguido arrasar lo poco que quedaba del Estado de Bienestar, especialmente en Europa. En 2007 las fuerzas especuladoras de los mercados, con las hipotecas subprime como herramienta, llevaron a la economía mundial al borde del precipicio, y ahí permanece, aunque ahora los mismos agentes desestabilizadores se valen de la deuda soberana. Ni siquiera Estados Unidos, con Barack Obama impotente en su minoría parlamentaria, se escapa de las maniobras especulativas que mantienen a varios estados al borde de la quiebra.

Aquellos que fueron señalados como causantes de la crisis, se han alzado con la victoria, material e ideológica, tras una batalla en la que los poderes públicos casi no han opuesto resistencia. Victoria material, porque en estos años en los que el planeta en su conjunto se ha empobrecido y millones de personas han engrosado las estadísticas de la pobreza, un puñado de personas no ha hecho más que incrementar su riqueza. Y victoria ideológica, porque el neoliberalismo campa hoy a sus anchas en todo el mundo sin necesidad de esconderse con disfraces ni eufemismos. Cuando hablaban de refundar el capitalismo, se referían a esto.

El plan de ajuste aprobado ayer por el Senado italiano, que sigue el mismo patrón de los que se han impuesto en Atenas, Lisboa, Dublín y Madrid, es un claro ejemplo de ello, del mismo modo que la incapacidad del Eurogrupo para fijar la Cumbre que debe resolver el nuevo tramo del rescate a Grecia muestra el grado de desorientación y apatía que se ha instalado en las instituciones europeas. Curiosamente, en el otro lado de la moneda, uno de los bancos más importantes de Estados Unidos, JP Morgan, anunció ayer que entre abril y junio obtuvo un beneficio de 5.431 millones de dólares, un 13,2 % más que en el mismo periodo del año anterior. Es uno de los ganadores de la crisis.