Olivier Dahan, autor de la curiosa versión del cuento de Pulgarcito «Érase una vez...», había llevado una trayectoria irregular hasta su consagración internacional hace cuatro años con «La vida en rosa», premiada en los Óscar, los Globos de Oro, los BAFTA y los César. Supuso un espaldarazo tanto para la carrera del realizador como para la de la actriz Marion Cotillard, que les ha llevado a ambos a trabajar en Hollywood. Para Dahan por el camino de la independencia, porque «Nuestra canción de amor» es una coproducción que ha salido adelante con la ayuda de los amigos que ha hecho al otro lado del charco.

Su primer apoyo en los EE.UU. fue el del actor afroamericano Forest Whitaker, quien le animó a rodar allí una película de carretera. La siguiente, y más importante adhesión, fue la de Bob Dylan. Al cantante se le había pedido que compusiera una canción para la película, la cual iba a servir de leit-motiv argumental, pero le gustó tanto el guión que se ofreció a componer la banda sonora al completo. Esto es un hecho nada frecuente, puesto que desde que hiciera para Sam Packinpah el mítico score de «Pat Garret y Billy the Kid» solamente había repetido ese tipo de trabajo para la poco conocida «Anónimos».

Algunas de esas canciones originales escritas para «Nuestra canción de amor» las interpreta la actriz Renée Zellwegger, que da vida a una cantante postrada en una silla de ruedas tras sufrir un accidente. Lo que la anima a salir de casa es la invitación de su hijo, del que vive alejada, a la celebración de su primera comunión. Para acudir al acto deberá viajar hasta Memphis atravesando los Estados Unidos por carretera, acompañada de su mejor amigo personal y musical con la guitarra.

Olivier Dahan hace tiempo que quería hacer una película sobre minusvalías, ya que él creció en un hospital impedido físicamente, hasta acostumbrarse a vivir con ello. Su alter ego en la ficción corresponde al personaje de Renée Zellweger, pero el cineasta no sólo deseaba hablar de las minusvalías físicas, y de ahí el emparejamiento de la actriz con Forest Whitaker, quien representa otro tipo de minusvalías, más de orden psicológico o social. Juntos tratan de superar todas esas barreras que les impiden adaptarse a una existencia normal, por lo que el sentido iniciático de las películas de carretera se reviste esta vez de un tono reivindicativo en favor de la integración, no sin antes pasar una serie de pruebas durante el viaje.