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CRíTICA Arcade Fire en el Guggenheim

Una oportunidad malgastada

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Izkander FERNANDEZ

Todo el mundo se queja de los domingos y los lunes. Alguien debería hacerlo cuanto antes de los miércoles. Sobre todo de los miércoles con concierto. Porque un miércoles no es un sábado. Tampoco un agujero anexo a un museo de arte contemporáneo es un recinto digno para que un grupo ofrezca su directo. Y menos cuando ese grupo se llama Arcade Fire.

Sonaban los ecos de «The Suburbs» cuando los músicos entraron en el escenario. Milimetraron su concierto tipo, así que «Ready to Start» era el eterno tema elegido para el arranque. Pintaban bastos. El sonido era malo y bajo. O bajo y malo. Todo junto. La mesa de sonido echando piedras sobre algún tejado.

Allí estaban los locos del Québec. Eran ellos, se movían como ellos y gesticulaban como ellos. Pero era difícil escuchar si realmente eran ellos. El sonrojo no se borró con la magnífica «Keep the Car Running». Aunque parecía que escampaba tras «Neighborhood #2 (Laika)», ese magnífico himno del pop rock moderno titulado «No Cars Go» sonó opaco.

Arcade Fire son feos y feas, no tienen excesivo carisma, no tienen virtuosos en ningún instrumento, ni portentosas gargantas. Pero tienen ese ingrediente secreto que los eleva por encima del bien y del mal cuando componen y cuando representan sus composiciones en directo. El público conecta, se ensimisma y corea incansable. Agradecido.

Quizá «Rococo» fue el punto más bajo del concierto de Bilbo. La gente, no mucha pero sí demasiada, hablaba en exceso sin decir nada. A partir de ahí, la remontada. Pese al sonido rebotando en el titanio y multiplicando por dos el exceso de graves, pese a los que no callaban.

«Suburban War» y «The Suburbs» devolvieron la intensidad a la noche. El arreón final llegó con «Neighborhood #1 (Tunnels)», la caótica y simplista «Month of May» empalmada con «Rebellion (Lies)», siguió con «We Used to Wait» para cerrar con «Neighborhood #3 (Power Out)». La intensidad creció hasta alcanzar las cotas normales en un espectáculo de Arcade Fire. A pesar del sonido y el público, los de Québec recordaron lo que suponen dentro de una escena desvencijada.

Los bises guardaron una sorpresa: la banda sacrificó el que posiblemente sea su mayor éxito, «Wake up», y lo colocó en primer lugar para terminar con «Sprawl II (Mountains Beyond Mountains)», un tema relativamente flojo dentro del legado del combo.

No fue la gran noche que cabía esperar. El ambiente estaba sobrecargado, el sonido fue deficiente y el público insulso, cuando no maleducado. En el escenario estuvo una de las mejores bandas surgidas en los últimos diez años y en el aire, su música. Quizá su repertorio fue demasiado rígido y previsible. Incluso corto.

Tanto alargar el BBK Live, meter al Museo Guggenheim en la ecuación y remover dio como resultado una mezcla agridulce, cuando lo cierto es que en invierno, en el segundo tramo de la gira, la opción hubiese resultado mucho más adecuada. Una lástima.

Ficha

Cartel: L. A. + The Walkmen + Arcade Fire.

Lugar: Museo Guggenheim (Bilbo).

Fecha: 13-07-2011.

Precio: 36 euros (más gastos de distribución).

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