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La fidelidad de la marea naranja tuvo recompensa con la segunda etapa en pirineos

En el día de la fiesta francesa, Luz Ardiden vivió la fiesta vasca, al verse recompensada la fidelidad de una marea naranja que empujó a samuel sánchez al éxito en una montaña amiga donde Euskaltel Euskadi logró su segunda victoria en los pirineos en el Tour.

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Se lo merecen los millares de aficionados vascos que se acercaron a Luz Ardiden ayer con sus ikurriñas, sus camisetas naranjas y con sus pancartas reivindicativas en favor de los presos políticos. Cada vez resulta más difícil ver una etapa de montaña en el Tour. Jean Marie Leblanc decidió en 2005 después de la llegada a Saint Lary que las etapas más cercanas de Euskal Herria se debían celebrar entre semana para reducir la presencia de vascos, los puertos se cierran de víspera y para acceder a los últimos kilómetros sólo quedan dos opciones. O subir en bicicleta en el día o hacerlo de víspera. Y durante todo el miércoles no paró de llover y había que armarse de valor para pasar la noche a 1.715 metros con cuatro grados de temperatura en un coche, una furgoneta o en una tienda de campaña si no se tenía una autocaravana.

Pese a todos los inconvenientes, la afición vasca volvió a responder. En cantidad estaba lejos de los años más concurridos, pero eso buscaba el Tour. Aún así, las camisetas naranjas y las ikurriñas volvieron a salvar el espectáculo que debe poner el público en el Tour, con una pasión que se desbordó cuando Samuel pasaba por delante de ellos en cabeza de la prueba. El asturiano destacaba el apoyo de la afición en la victoria, pero no sólo él recibió el calor de la gente.

Cada vez que llegaba un corredor naranja a los últimos metros de la etapa se escuchaba una cerrada ovación de sus seguidores. Un par de horas después de la victoria de Samuel, todavía estaban concentrados un par de centenares de aficionados naranjas con sus ikurriñas para despedir al asturiano en una campa en la que ya no quedaba ningún coche de los equipos y sólo estaba un helicóptero de la organización para llevar al asturiano y evitar el caso que se formó en la carretera al unirse en Luz Saint Sauveur los aficionados que bajaban de Luz Ardiden y del Tourmalet.

«Peor tiempo que nunca»

Todo ese sacrificio merecía una recompensa. Martxel Toledo, portavoz de la coordinadora ESAIT, que lleva años organizando actos cuando el Tour llega a Pirineos, destacaba que «hemos pasado dos días en los que no ha parado de llover. Vinimos el martes y desde que llegamos no paró hasta ayer -el miércoles- a las ocho de la tarde. Hemos tenido peor tiempo que nunca y a eso hay que hacerle frente».

Y cuando dejó de llover llegó la noche y bajaron los termómetros. Los que pasaron la noche en Luz Ardiden calculan que la temperatura rondaría los cuatro grados. No fueron mucho mejores las condiciones durante el día, porque hacía mucho frío en la montaña naranja.

Pese a esas condiciones, ESAIT realizaba una valoración positiva también de la Euskal Jaia del miércoles, en la que la gran novedad estuvo en una paellada popular que permitió a los valientes que pasaron la noche en la cima entrar en calor.

Toledo destacó que «la paellada ha tenido una buena acogida entre la gente, y más con frío y con lluvia. Han agradecido comer paella en un sitio como el que hemos montado este año cubierto. Estamos contentos con la iniciativa y queremos darle continuidad. Estamos mejorando a nivel de infraestructura y la intención es seguir con la paellada el próximo año y que sea algo habitual en el Tour».

Porque ESAIT consiguió montar su infraestructura en «uno de los mejores espacios que hemos tenido, pero si te hace mal tiempo, aunque sea un buen escenario, la gente se mete en las tiendas y en las furgonetas y no sale. Pese a todo, vinieron muchos y, si llega a ayudar el tiempo, habría habido más. Se ha visto buen ambiente, la pena que hemos tenido mal tiempo y la gente no disfruta igual».

Una marcha consolidada

También la valoración que realizaba ESAIT de la subida cicloturista organizada para difundir la reivindicación de las selecciones vascas era positiva: «Hemos tenido una buena participación en la marcha y desde la organización de la prueba no nos han planteado ningún problema. Nos han dejado llegar hasta el alto y estamos satisfechos».

Como es habitual en los últimos años, los participantes repartieron unas cartulinas en las que explicaban las reivindicaciones de las selecciones oficiales vascas de ESAIT a los que estaban sentados al borde de la ruta. En el marcha había participantes de todas las edades. Los más pequeños, Beñat y Manex, de tres años, subieron en carros tirados por sus padres en un grupo llegado desde Tolosa, Ibarra y Abadiño. Debutaban en la marcha, no así otro Beñat, que ya lleva unos años con su padre, un fiel de la marcha de ESAIT: «Hemos ido los últimos años al Tourmalet, aunque este año van más rápido y no hemos podido subir con ellos».

Tampoco pudieron seguir el ritmo de la marcha un navarro afincado en Donostia que intentaba por vez primera llevar a su hija con la ayuda de una cuerda que unía ambas bicis: «Hasta este año la llevaba en la silla, pero este año la he animado a subir en bici. Llevo veinte años viniendo al Tour, me he visto todos los Tours de Indurain, de Armstrong, de Contador...».

Muchos padres suben con sus hijos asegurando el relevo generacional. Así Oscar Araiz acompañaba a su hijo, que no podía con las rampas mas duras de Luz Ardiden: «Tiene diez años y corre en alevines en el Club Ciclista Tafallés, pero no lleva el desarrollo adecuado. Le he puesto una rueda mía con piñones más grandes. No es suficiente, pero vamos subiendo».

Bertsos en la subida

Entre los más veteranos que comienzan la marcha destaca Justo Alberdi, que ameniza los primeros kilómetros con bertsos. Tiene 63 años, acude con una cuadrilla de catorce amigos de Iurreta y nos comenta que está casado con «Cristina Mardaras, la primera mujer que participó en un campeonato de bertsolaris. Los dos participamos en los 80 en un campeonato que ganó Lizaso. Ahora ya no actúo en plazas, pero sí entre amigos. Hoy mismo en Luz Saint Sauveur cenaremos y echaremos unos bertsos». Es un grupo con veteranos, el que más José con 73 años, y que subió hasta la cumbre como los demás antes de sacar una foto que no olvidarán. Podrán decir que ese día Samuel dio el segundo triunfo a Euskaltel en Luz Ardiden.

Joseba ITURRIA

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