En Tele 5 se mantiene uno de esos programas cuyo fin es pedagógico respecto a los pleitos menores entre vecinos, amantes o familiares, es decir se trata de un tribunal de pacotilla, teatralizado, pero que además de los actores y figurantes, se dejan caer algunas leves nociones de justicia menor. Existen canales dedicados a tribunales constantemente, porque todas las vistas son públicas y si no se decide lo contrario, pueden ser grabadas o emitidas en directo. Se hace, pero no tiene una audiencia como para ponerlo en una TDT comercial, porque las series televisivas de tribunales son bastante más divertidas.

Lo que tenemos ahora mismo con profusión calórica son imágenes muy viciadas de tribunales. Los políticos, los famosos, entran y salen de los juzgados con una asiduidad que pinta un cuadro barroco del desmoronamiento del sistema en general. Las cadenas de televisión, siguiendo consignas partidistas, se empeñan en repetir imágenes de la AN, refiriéndose a todo cuanto tiene que ver con la IA y ETA, porque sigue siendo material electoral de tirarse un partido a otro. Pero la ceguera de los dirigentes de los partidos hegemónicos es de tal magnitud que no acaban de comprender que se dedican a jugar un partido virtual, en una guerra judicial que se amplifica en las tertulias para desprestigiar constantemente las decisiones judiciales. Será un cachondeo o dos cachondeos, pero la justicia española se ha convertido en un espectáculo de catch político.

Los casos son múltiples, el asunto llamado caso Faisán, sigue, pero de repente irrumpe el esperado caso Francisco Camps, imputado y juzgado por el asunto de sus trajes y sus amiguitos del alma, y de nuevo la noria de la noticia y la contra-noticia, de la manipulación y la remanipulación girará sacando agua de este pozo aséptico donde derivan la mayoría de las cloacas. Es un ejercicio constante de cinismo barato, del más idiota y con el mismo argumentario se está a favor o en contra de las decisiones judiciales según interesan o no. Por eso en los programas del corazón se amenaza con querellas con una frivolidad absoluta, porque quieren ser como los políticos.