Rupert Murdoch, implicado de lleno en el escándalo de las escuchas ilegales en Gran Bretaña, se vio obligado ayer a «sacrificar» a Rebekah Brooks, conocida como «la reina de los tabloides» y número dos de la filial británica de su grupo, después de haber tenido que cerrar el dominical sensacionalista «News of the world» y de haber dado marcha atrás en el proyecto de expansión de su imperio en la isla.

Esta nueva vuelta de tuerca se produce seis días después de que el magnate australiano-estadounidense y dueño de News Corporation cruzara el Atlántico para dar su apoyo incondicional a Brooks, presentada a menudo como su «séptima hija». «¿Mi prioridad? Ella», aseguró al llegar a Londres.

Brooks, la mujer de confianza de Murdoch en Gran Bretaña, se convirtió en la última víctima del escándalo. Después de días de fuertes presiones de políticos y víctimas de los pinchazos telefónica, el magnate acabó por aceptar su dimisión, rechazada hace unos días.

Brooks justificó su marcha para facilitar la solución a la actual crisis que vive la compañía y presentó su renuncia unos días antes de comparecer ante la Comisión de Medios de Comunicación de la Cámara de los Comunes para declarar sobre las actividades periodísticas ilegales de «News of the world», medio que dirigió entre 2000 y 2003, antes de colocarse al frente del diario «The Sun» (2003-2009), cuando pasó a ser consejera delegada de News International.

«Mi renuncia me da libertad a la hora de cooperar plenamente en las investigaciones presentes y futuras», afirmó Brooks, que será sustituida por el neozelandés Tom Mockridge, consejero delegado de Sky Italia, la plataforma digital de Murdoch en ese país, y vinculado desde hace veinte años al imperio mediático del magnate australiano.

La salida de «la reina de los tabloides» parecía un deseo unánime. «Es la decisión correcta», señaló el primer ministro, David Cameron. hasta hace poco considerado su amigo.

Después de que Rebekah Brooks presentara ayer su dimisión, News International informó de que este fin de semana pedirá disculpas a la población de Gran Bretaña por las escuchas, mediante anuncios en todos los periódicos británicos de tirada estatal.