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TOUR Las bicicletas

Más solidez, rigidez y ligereza

La ronda gala es el mejor espacio de exposición de las grandes marcas, que se espían en cada etapa.

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Simon VALMARY (AFP) | PARÍS

Aunque el Tour significa una competición entre ciclistas, representa también el terreno para una feroz competencia entre los fabricantes de bicicletas, que rivalizan a la hora de introducir novedades tecnológicas para ayudar a ganar a sus equipos.

Cada gran marca proporciona el material a sus equipos: el gigante Specialized es el suministrador de bicicletas de Saxo Bank (Contador), Astana (Vinokourov) y HTC (Cavendish); Trek proporciona sus máquinas a Leopard (Schleck); Cerveló hace lo propio con Garmin (Hushovd); y BMC lleva incluso su propio nombre en el maillot del equipo liderado por Cadel Evans.

«Se trata de la mayor carrera del mundo, y por lo tanto el mejor espacio de exposición para nuestras bicicletas a escala planetaria», explica Tom Fowler, responsable de desarrollo de Cerveló. «Es el banco de pruebas ideal para nuestras bicicletas, en condiciones reales de carrera», añade Nikane Mallea, representante de Specialized en el HTC. Ambas firmas han presentado sus últimos modelos en el Tour.

La feroz carrera entre las marcas para proporcionar materiales que supongan una ganancia de tiempo a los ciclistas se basa en tres pilares básicos: «Más sólido, más rígido, más ligero».

Espionaje en los parkings

Sus ingenieros realizan las investigaciones en túneles de viento para comprobar la aerodinámica, desarrollan sus piezas en secreto en los laboratorios, y evolucionan nuevas fibras de carbono que aseguren una mayor resistencia, en especial en la combinación entre la rigidez y un peso cada vez más ligero (que sea mayor de los 6,8 kilos).

Los secretos de fabricación y las patentes se guardan cuidadosamente, lo mismo que se ocultan las cantidades invertidas y las ganancias. «Las repercusiones de una victoria como la de Alberto Contador son enormes, aunque varían según los mercados», contesta de manera ambigua Nikane Mallea.

En un sector tan competitivo, el espionaje es una práctica habitual en los aparcamientos donde se reúnen los autobuses de los equipos en cada etapa. «Cuando ellos [los competidores] me ven, guardan las bicicletas -explica sonriendo Mallea-. Forma parte del juego, y lo hacemos todos, desde siempre».

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